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Un mendigo llamado Lázaro

... No se trata de satanizar los bienes materiales, sino de poner el acento en el egoísmo que no permite la participación de los mismos, con los más necesitados.

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El lunes santo se conmemora la unión de Jesús en la casa de Lázaro, a quien Jesús resucitó. Se recuerda la expulsión de los mercaderes del templo de Jerusalén.
La situación de la brecha entre pobres y ricos se repite hoy, entre nosotros, tanto a nivel mundial como a nivel local, | Foto: 123f

28 de sept de 2025, 12:22 a. m.

Actualizado el 28 de sept de 2025, 12:22 a. m.

Por: Monseñor César A. Balbín Tamayo, obispo de Cartago.

El título nos pone en el contexto del abismo entre las relaciones que se dan entre la riqueza y la pobreza, y la invitación a la generosidad. Un pobre con nombre propio y un rico con nombre genérico: epulón, que significa amigo de los excesos, en lujos, en comidas, en bebidas, en vestimenta, etc.

Es una parábola actual para todos los tiempos, pero que adquiere mucha más actualidad en la vida presente del mundo, la situación de la brecha entre pobres y ricos se repite hoy, entre nosotros, tanto a nivel mundial como a nivel local.

En todas las sociedades llamadas ‘del bienestar’ algunas personas del espectáculo, del deporte, del sector financiero, de la industria, del comercio, influencers, cuentan sus ingresos y sus contratos de trabajo solo en miles de millones (en millones de dólares), y todo esto ante la mirada de millones de personas que no saben cómo llegar con su devaluado sueldo o sus magros ingresos de trabajos informales o subsidio de desempleo, para pagar el alquiler, las medicinas, los estudios de sus hijos.

Algunos puntos a destacar que debemos tener en cuenta: muere el pobre y fue llevado al seno de Abraham y muere el rico y lo entierran: manifiesta la predilección de Dios por quien sufre, por quien escasea en bienes de fortuna, de frente no a quien lo posee, sino a quien lo posee o de manera injusta o egoísta: no se trata de satanizar los bienes materiales, sino de poner el acento en el egoísmo que no permite la participación de los mismos, con los más necesitados.

El rico conocía al pobre y sabía su nombre: “Padre Abraham, ten piedad de mí y manda a Lázaro…”. Es contradictorio que allá le haya reconocido, sabía su nombre, aquí tal vez le reconocía, pero no lo prestó atención, lo que aumenta la gravedad de la indiferencia, que se tipifica como uno de los pecados más graves de los tiempos actuales: poco importa el otro. El pobre se convierte en un riesgo para el rico, para el que tiene: le puede quitar oportunidades. El pobre es, en todo caso, una bofetada contra la indiferencia misma, contra los excesos y contra la corrupción administrativa.

Mensaje escrito por el Arzobispo de Cali y sus obispos auxiliares para los lectores de El País.

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