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Una situación para reflexionar

Unas primeras impresiones escritas al final del jueves sobre el paro es que va a dejar muchos temas de reflexión que deben ocupar la atención no solo del gobierno, sino de todos los actores relevantes en el discurrir nacional.

22 de noviembre de 2019 Por: Ricardo Villaveces

Unas primeras impresiones escritas al final del jueves sobre el paro es que va a dejar muchos temas de reflexión que deben ocupar la atención no solo del gobierno, sino de todos los actores relevantes en el discurrir nacional. Es tarea para los políticos, los empresarios, los académicos y, ojalá, los comunicadores que, para bien o para mal, juegan un importante papel en este tipo de situaciones. Independientemente de que se esté o no de acuerdo con los argumentos de los promotores es indiscutible que hubo una expresión masiva de indignación y descontento que hay que leer adecuadamente para poder actuar en forma preventiva.

Es verdaderamente lamentable que se hayan presentado las acciones de vandalismo y delincuencia que ocurrieron en varias ciudades, pero también es cierto que fueron situaciones puntuales y la inmensa mayoría de los que salieron a protestar lo hicieron en forma pacífica. Es necesario entonces entender con claridad qué es lo que está causando esa inconformidad. Más que las marchas esta expresión de descontento se registra a estas horas de la noche con el cacerolazo que, al menos en Bogotá, llevan a cabo muchos ciudadanos marchando pacíficamente o desde sus residencias confirmando que no son vándalos sino gente indignada.

Es claro también al oír las entrevistas que transmitieron a lo largo del día con los que estaban en las marchas que los argumentos que daban para su presencia eran confusos, mezclando toda clase de temas y claramente falsos en muchos casos como era la referencia al ‘paquetazo’ que incluía desde la reforma laboral que no hay, hasta imposiciones de la Oecd que tampoco tienen sentido, pero lo que no es menos cierto es que su descontento con temas que desconocen o con su idea del gobierno los sacó a la calle. Es necesario entonces entender cuáles son las verdaderas causas de estos comportamientos para poder responder constructivamente a esta indignación.

Lo que sí es absolutamente condenable es el vandalismo que se ha presentado de manera localizada y no generalizada pero que desvirtúa completamente la expresión ciudadana. Muy lamentable, especialmente, la situación registrada en Cali donde los delincuentes desbordaron a las autoridades y llegaron a acciones muy graves que pueden dar lugar a reacciones que solo agravarían el problema. El temor de quienes han visto sus residencias atacadas los puede llevar a reacciones comprensibles pero que solo pueden llevar a situaciones de violencia impensables. Es doloroso pensar que en la ciudad que llegó a ser el símbolo del civismo se hayan producido hechos como los mencionados que hayan obligado a decretar el toque de queda. Medida esta que, lamentablemente, parece haberse demorado en su adopción pues, hasta donde se conoce, a estas horas subsisten focos de vandalismo y delincuencia a pesar del toque de queda.

El tema es de todos pero, claro está, es el gobierno y el Presidente en particular quien tiene que asumir el liderazgo de un proceso que debe llevar a una respuesta satisfactoria, no para los vándalos ni para quienes citaron el paro con argumentos falaces, sino para los miles de colombianos que expresaron su descontento.