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No se debe esperar más

Esta semana la fundación de Bill y Melinda Gates publicó un informe titulado ‘Covid-19: Una perspectiva global’. Una sola frase lo sintetiza:

25 de septiembre de 2020 Por: Ricardo Villaveces

Esta semana la fundación de Bill y Melinda Gates publicó un informe titulado ‘Covid-19: Una perspectiva global’. Una sola frase lo sintetiza:
“En veinticinco semanas el mundo ha retrocedido lo que había logrado en los últimos veinticinco años”. En el caso de Colombia no es si no pensar en la catástrofe que se ha producido en términos de empleo para dimensionar el reto. Y lo peor es que la pandemia sigue activa y, como se está viendo en muchos países, las segundas y terceras olas de contagio están por todas partes.

En este complejo escenario y ante las necesidades inmensas de recursos hay que recordar la importancia que en los últimos veinte años han tenido los hidrocarburos en el desarrollo de Colombia. Por las divisas generadas, por la inversión generada, por su contribución al fisco, por sus encadenamientos y por el progreso regional entre otros.

El panorama hoy, sin embargo, deja mucho que desear. Por cuenta de la inseguridad física y jurídica y de la muy difícil relación con las comunidades en las zonas productoras, que pretenden satisfacer todo tipo de demandas por cuenta de las empresas petroleras, las labores de exploración y producción se han visto severamente afectadas. Si a esto se le suma la caída en los precios del petróleo la actividad está totalmente postrada. Los pozos nuevos son una fracción de los que se requieren y la investigación sísmica se ha reducido a niveles mínimos.
Después de tener hace solo cinco años una producción de más de un millón de barriles por día hoy estamos cerca de los 750 mil y, lo que es más grave, las reservas probadas de crudo se estiman en 6,5 años y en 8 años las del gas.

Especialmente preocupante es el panorama del gas pues Colombia ha incrementado su dependencia tanto industrial como doméstica de él y si no hay fuentes nuevas de producción vamos a estar dependiendo de una sola planta de regasificación en el Caribe pues la de Buenaventura es todavía solo un proyecto. En este escenario resulta más que necesario mirar con seriedad la opción de los yacimientos ‘no convencionales’, es decir el fracking.

En estos tiempos en que se rechazan los argumentos de la ciencia y se cae en los argumentos emocionales y en las posverdades de las redes sociales un tema que debería ser técnico se ha convertido en un asunto puramente político y un motivo más para la agitación social. Y sorprende aún más que personas que conocen bien el reto económico que tenemos por delante se sumen a estas posiciones que pocas veces están sustentadas sólidamente.

Sin duda hay que actuar con prudencia y guardando todas las precauciones para evitar riesgos, pero es necesario empezar cuanto antes los proyectos piloto con participación de expertos de todas las áreas para que se adopten decisiones acertadas sobre el futuro de esta alternativa. Lo que no se puede es seguir dilatando estas etapas y correr el riesgo de perder la única opción realista en el mediano plazo para lograr la seguridad energética y los recursos requeridos.