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Fernando Posada | Foto: El País

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Que la oposición le apueste a la institucionalidad

A los problemas que enfrenta el país por el excesivo personalismo del presidente Petro se les debe responder con proyectos apegados a la Constitución y a las leyes, y no con más personalismo.

15 de abril de 2024 Por: Fernando Posada

Mientras crece el desencanto por cuenta de la incontenible ola de desgaste y división a la cual el Gobierno Nacional ha decidido someter al país, diversos sectores de la oposición se han organizado para marchar este domingo. Y así, mientras el gobierno insiste en mantener un camino de encierro y radicalismo, los distintos sectores que lideran la oposición parecen por fin llegar a puntos de encuentro.

Si bien sería un error reducir las protestas ciudadanas a manifestaciones llanamente partidistas, las marchas sí suelen ser un indicador de fuerza para las elecciones. Basta con recordar el rol que cumplieron las protestas contra el acuerdo de paz en el triunfo de Duque en 2018, así como también la forma en la que el paro nacional de 2021 pavimentó la llegada al poder de Petro. Si las movilizaciones logran captar el sentimiento de una ciudadanía desilusionada y en toda su diversidad ideológica, la oposición podría presentarle al país un hito importante en este cuatrienio. A su vez, al gobierno Petro, como tantas veces ha ocurrido en movilizaciones de los meses pasados, poco le interesará entender lo que legítimamente reclaman sus críticos. Y subestimar a la oposición, como este y tantos gobiernos han hecho, puede traer sorpresas de una dimensión inmensa.

Pero ahora que la oposición parece organizarse y crecer ante la ciudadanía, sus líderes deben ser especialmente cuidadosos a la hora de escoger sus referentes y modelos a seguir. En las horas más desafiantes para la institucionalidad, como las que vive el país en este momento, es cuando más urge una alternativa respetuosa de las reglas de juego de la democracia. El éxito de la actual oposición dependerá en gran medida de que no sacrifique una sola gota de sensatez y que evite tomar los caminos radicales que han cobrado tanta popularidad en América Latina.

Porque mientras fenómenos como la inseguridad, la violencia y las dificultades económicas se vuelven más preocupantes para la ciudadanía, no faltan quienes aseguran que “Colombia necesita un Bukele” o que “a este país le falta un Milei”. Pero detrás de esos proyectos, por más populares y llamativos que puedan resultar para algunas corrientes políticas de nuestro país, existen enormes riesgos anti institucionales y discursos en contravía de muchos derechos. Y por buscar subirse en el bus de las modas políticas regionales, los dirigentes de la oposición en Colombia no pueden cometer el gravísimo error de radicalizar sus discursos y de importar modas políticas tan cuestionables. A los problemas que enfrenta el país por el excesivo personalismo del presidente Petro se les debe responder con proyectos apegados a la Constitución y a las leyes, y no con más personalismo.

Cualquier alternativa de poder que pueda reconciliar a este país luego de este cuatrienio de radicalismo y división, tendrá que apostarle con firmeza a defender la institucionalidad, las leyes y la diversidad ideológica que abarcan todos los sectores que hoy se oponen al Gobierno Nacional. Por eso ahora debemos decir con toda la insistencia que Colombia no necesita de Bukeles, ni Mileis, ni Bolsonaros; nuestro país necesita dirigentes republicanos cuyo compromiso sea con el cumplimiento de la Constitución y de las reglas de juego de la democracia.

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