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Oportunismo con los líderes sociales

Era lo que faltaba. Que Gustavo Petro y sus seguidores, después de compararse con Bolívar y con Jorge Eliecer Gaitán, ahora quieren tratar los asesinatos de los líderes sociales, como si fueran un hecho planeado contra ellos...

8 de julio de 2018 Por: Pedro Medellín

Era lo que faltaba. Que Gustavo Petro y sus seguidores, después de compararse con Bolívar y con Jorge Eliecer Gaitán, ahora quieren tratar los asesinatos de los líderes sociales, como si fueran un hecho planeado contra ellos, como lo fue el exterminio sistemático que vivió la Unión Patriótica en los años ochenta y noventa.

El señalamiento del petrismo hace parte de una campaña, que tuvo su última expresión con la muerte de Ana María Cortés, cuando uno de sus senadores afirmó que “Fue asesinada la secretaria de la campaña de Petro en Cáceres. La secta quiere llegar al unanimismo a través del exterminio como lo hicieron con la UP. Esto es angustiante. Nos movilizamos o nos matan a todos”. ¿La secta? ¿Cuál secta? ¿Por qué no hablan claro?

Pese a que desde las universidades y los distintos centros de análisis, de izquierda y de derecha, han desestimado que los asesinatos de los líderes sociales, puedan tener alguna semejanza con el “plan sistemático de exterminio de los líderes políticos de la Unión Patriótica (UP) que se vivió hace tres décadas en el país”, los seguidores de Petro siguen insistiendo en que los asesinatos tienen un componente ideológico definido y en su ocurrencia están comprometidos agentes del Estado.

Así por ejemplo, mientras centros como Paz y Reconciliación que hace un seguimiento riguroso de esos eventos en los territorios, dice que no hay sistematicidad en los asesinatos, ONGs como ‘Defender la Vida’ pone a circular informes en los que “incluye los 10 casos más representativos de los asesinatos de líderes sociales entre 2002 y 2015”, para llegar a la conclusión de que identifican 5 patrones que rodean estos asesinatos (uso de inteligencia estatal, ejecuciones extrajudiciales, acciones de paramilitares y “uso excesivo de la fuerza en las protestas sociales”), como si todo fuera lo mismo. Es decir, como si los falsos positivos ocurridos durante el gobierno Uribe y el ministro de Defensa Santos, fueran parte del mismo fenómeno que caracteriza los homicidios que hoy se están presentando.

Pero ese no es el único frente en el que buscan crear confusión. También quieren convertir a las víctimas de esos hechos atroces y condenables, en seguidores políticos de unos grupos determinados, en especial el petrismo. El mecanismo es simple: en las redes sociales se atribuye a los líderes muertos o amenazados una militancia que no tienen.

Es el caso de la profesora Deyanira Ballestas, quien tuvo que salir de San Pablo, Bolívar, amenazada por un sujeto identificado como Carlos Mario, en un audio que conoció todo el país. Pues bien, Petro aprovechó el caso para poner a circular un trino defendiendo a la profesora, al tiempo que en las redes sociales circuló la versión de que era líder del petrismo en la región. La misma profesora, entrevistada por la Silla Vacía, dijo que “aunque en redes sociales circuló la versión de que era líder del petrismo, esa afirmación no era cierta”.

Y no es la única situación de la que Petro está buscando sacar provecho. Como lo explica la Silla Vacía en un análisis titulado ‘Petro inaugura su oposición’, muestra cómo el excandidato “está intentando crear toda una narrativa en torno a que los atacados son quienes han votado por él”. Y para ello, recurrió por ejemplo, a decir que con la masacre de 6 personas en Argelia, Cauca, “Están masacrando el pueblo que votó por la Colombia Humana”, pues en ese municipio había obtenido el 90% de la votación. Y aún cuando la Policía informó que dos de los asesinados pertenece a las disidencias de las Farc y que la participación del ELN “era contundente”, el petrismo sigue empeñado en sacar provecho de semejantes situaciones. Una manera deshonesta, cruel y peligrosa de hacer política, la que están inaugurando el senador Petro y sus seguidores. Pero para él, en su empeño, no parece tener límites.