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El desespero de Maduro

Pese a la difícil situación, Venezuela todavía está lejos de atravesar la línea roja que marca el colapso.

30 de septiembre de 2018 Por: Pedro Medellín

Pese a la difícil situación, Venezuela todavía está lejos de atravesar la línea roja que marca el colapso.

La oposición política está prácticamente desaparecida. Ha perdido su poder de movilización; el poder de los militares no muestra fisuras y sigue monolíticamente atado al propósito de mantener el régimen de Maduro; los éxitos del gobierno en los programas de bonos y subsidios para el consumo de la canasta básica han servido para contener el descontento social; y el aumento en los precios del petróleo que llegó a más de 73 dólares el barril así como de las remesas del exterior que llegan a Venezuela, le han permitido al régimen comprar tiempo para encontrar salidas a la crisis.

Sin embargo, Maduro luce desesperado. Sabe que el control es temporal. Por eso, lejos de bajar la guardia, endurece cada vez más las medidas contra los que considera sus enemigos. Ante la necesidad de contener el descuelgue, está recurriendo a los peores procedimientos. No ha dudado en someter a las empresas, especialmente las extranjeras, al acoso de los organismos de la inteligencia y la contrainteligencia militar, en busca de pruebas de sus actuaciones contra el régimen instaurado por Chávez.
Las acusaciones por practicas indebidas de competencia, la imposición de sanciones o las detenciones arbitrarias de sus directivos o de los empleados , se han convertido en favoritos para presionar el sometimiento o su salida del país.

Y como las empresas, también organizaciones sociales y familias enteras están siendo sometidas al yugo del régimen. Ya no sólo son las torturas, las desapariciones forzadas o las ejecuciones extrajudiciales que en 2017 habían alcanzado su mayor nivel de ocurrencia. Ahora son las tácticas militares de cerco y aniquilamiento extendidas sobre la población, las que se revelan como claves para sostener la parte más oscura del régimen chavista.

Ahora, ante las amenazas que siente con la presión internacional por actuar frente a la crisis humanitaria que está produciendo el éxodo de venezolanos, Maduro está comenzando a esgrimir un recurso tan poderoso como imprevisible: un enfrentamiento militar con Colombia.
Pese a que ya en más de diez ocasiones el régimen chavista ha movilizado tropas a la frontera con Colombia, como una forma de expresar su disposición de ir hasta las últimas consecuencias para “defender su revolución”, en esta ocasión la decisión de Maduro tiene un componente diferente: la advertencia del presidente Trump de que, en la resolución de la crisis de Venezuela “todas las opciones están sobre la mesa"… "Todas ellas. Las fuertes y las menos fuertes. Todas las opciones, y ya saben lo que quiero decir por fuertes". Y sabe que el estadounidense habla en serio.

Las alarmas están encendidas. Pese a que tiene la situación bajo relativo control y cuenta con el apoyo de los militares, un enfrentamiento armado con Colombia es una buena alternativa para Maduro. No sólo porque un ataque, por pequeño que sea, puede desatar una confrontación que se puede prolongar de manera indefinida, dando todavía más tiempo a la supervivencia del régimen. También porque la intervención (directa o indirecta de los Estados Unidos) va a llevar a que los dos grandes socios de Maduro, China y Rusia, tenga que tomar cartas en la disputa. Y aquí las consecuencias ya son imprevisibles.

El enfrentamiento no es inminente, pero ahora para Estados Unidos y Venezuela si es una alternativa real. Por eso, el gobierno colombiano debe evaluar muy seriamente la situación. Y debe moverse rápido en la diplomacia internacional, sobre todo con los rusos y los chinos, antes que sea demasiado tarde.