Que siga la fiesta
Gracias a ese abuelo que no cortó mis alas y preservó mi certeza: allí donde hay libros, debe haber una fiesta.
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30 de oct de 2022, 11:45 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:16 p. m.
Cuando era pequeña, entre mis libros favoritos estaba 'El mundo de los niños', una enciclopedia bellamente ilustrada de 15 tomos. Una maravilla llena de géneros como poesías y canciones, trabalenguas, acertijos, adivinanzas, fábulas, cuentos de todo el mundo, animales, plantas, ciencia y experimentos.
Aquellos tomos nos presentaron, a muchos niños de mi generación, autores como Quevedo, Lope de Vega, Alberti, Celaya, Goytisolo, Pombo, Machado, Hans Christian Andersen, Gloria Fuertes, Gabriela Mistral, de la manera más orgánica y natural.
Un día, habiendo explorado mil veces todos los tomos, me detuve en uno que se llamaba 'Hazlo tú mismo'. Allí encontré un capítulo llamado Haz tu propia fiesta, donde explicaban paso a paso cómo elaborar las tarjetas de invitación y la decoración en casa para los invitados.
Lo que aquel tutorial olvidó incluir fue un paso muy importante: cuenta a tus padres que harás una fiesta. No avisé a nadie. El libro tampoco decía que una fiesta necesitara ocasión especial, así que no importó que no fuera mi cumpleaños, ni Hallowen.
Un día cualquiera, con mis manos de los 7 años a la obra, organicé todo lo concerniente a la fiesta del Hazlo tú mismo. Entregué invitaciones a los del colegio, y el domingo 3:00 p.m., empezaron a llegar a mi casa niños muy perfumados y bien vestidos, que cargaban paquetes de regalo finamente envueltos.
Mi abuela, en la sala y en pijama, con su máquina de coser y sus muchos retazos de tela, pedaleaba sin dar crédito a sus ojos. Mis tías en rulos corrían de lado a lado y mi abuelo, un hombre muy serio y disciplinado, que cuando estaba nervioso se peinaba frente al espejo, alisaba su engominada cabellera en señal de ansiedad. Cuando supo que la idea provino de un libro, no tuvo corazón para regañarme. Hoy leo su silencio como un acto sublime de amor.
Él, al ver la casa llena de niños que jugaban y corrían por todos lados, sacó algunos billetes de su bolsillo y dijo a mi tía: "Rápido, compren helados, globos, pastel y sorpresas". Todo terminó en una fiesta divertidísima y los niños jugamos con los regalos que todos trajeron.
Recordé muchas veces este episodio en los meses que acabo de atravesar, pues me lancé sin arnés a dirigir la Feria Internacional del Libro de Cali, así, con la certeza (casi kamikaze) de que habría provisión del universo.
Lo que comenzó con un libro y 10 niños invitados, se convirtió en una fiesta de más de 700 eventos, 13 regionales, 800 invitados y 412.000 visitantes. Gracias a ese abuelo que no cortó mis alas y preservó mi certeza: allí donde hay libros, debe haber una fiesta.
El otro día supe por Claudia Morales que 17 ciudades capitales en Colombia no tienen Feria del Libro. Queda el reto de llevar la fiesta a los confines de un mejor país.

Paola Guevara (Cali, Colombia). Escritora, periodista, editora y columnista de Opinión. Sus novelas 'Mi Padre y Otros Accidentes' (autobiográfica) y 'Horóscopo' (ficción), publicadas en español por Editorial Planeta y traducidas al italiano por Cento Autori, están en proceso de llegar al cine. Tras 21 años de destacada trayectoria en importantes medios de comunicación escritos nacionales y regionales, como Revista Cambio, Cromos, Casa Editorial El Tiempo o El País Cali, entre otros, desde el año 2022 es Directora de la Feria Internacional del Libro de Cali. Asesora en Protocolos de Familia, conferencista, gestora de proyectos editoriales y coach de escritura creativa, en la actualidad vive en Cali y escribe su tercera novela.
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