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Paz total violenta

La orden de suspender operaciones en contra de varias organizaciones criminales dejó desprotegidos a millones y está inclinando la balanza de poder en contra del Estado.

24 de enero de 2023 Por: Pablo Uribe

El cese al fuego improvisado del gobierno nacional está generando violencia y amenaza la paz a largo plazo en Colombia. La orden de suspender operaciones en contra de varias organizaciones criminales dejó desprotegidos a millones y está inclinando la balanza de poder en contra del Estado.

Gustavo Petro arrancó el año anunciando un cese al fuego entre las Fuerzas Armadas y varias organizaciones criminales (desde el ELN hasta Bacrim). El presidente trató de pintar esto como un gran avance en su política de ‘paz total’. El problema es que estas organizaciones criminales no están reconociendo o respetando este supuesto acuerdo. Así lo aseguró el Ministro de Defensa. Lo que en realidad ocurrió fue una retirada del Ejército y la Policía. El cese al fuego fue unilateral.

Ante la retirada del Estado, los grupos criminales están llenando el vacío con sangre y fuego. La revista Semana reportó un aumento en el número de masacres en el arranque de año. Cinco líderes sociales fueron asesinados en este mismo periodo, tres de ellos en la región pacífica. Los criminales ya patrullan las calles de varios municipios aterrorizando a sus habitantes. Los atentados terroristas, como el que sufrió hace poco Jamundí, ya siembran miedo en la población.

Suspender las operaciones de las Fuerzas Armadas es un grave error. En primer lugar, porque esto deja completamente desprotegidos a millones de colombianos. Los criminales van a aprovechar este espacio para extorsionar, matar y traficar, más ahora que no tienen quién se los impida. La primera obligación del Estado es garantizar los derechos de los colombianos. Sin importar sus políticas, el gobierno siempre debe proteger a sus ciudadanos.

Además, este cese al fuego unilateral es una pésima táctica de negociación. Primero, porque le están dando una concesión supremamente valiosa a los criminales sin ni siquiera conocer sus verdaderas intenciones de paz. Más grave aún, el gobierno dio esta concesión sin nada a cambio; fue un cese unilateral.

Pero también porque le permite a los grupos criminales tener mejores alternativas a una salida negociada. El poder en la mesa de negociación lo tiene quien puede decir: “Yo tengo otra opción mejor a la que usted me ofrece”. En este caso, el vacío que generó el cese al fuego le permite a estos grupos criminales fortalecerse, mejorando sus alternativas en caso de que el proceso se caiga. Cada día que pase con las fuerzas armadas quietas es un día en que los grupos criminales incrementan sus recursos, poder y armamento. El gobierno tiene que cerrarle las alternativas a sus contrapartes y esto sólo lo puede hacer el Ejército y la Policía.

La paz es un anhelo de todos los colombianos. Es tan importante que está incluido en nuestra Constitución. Todos soñamos con el día en que podamos vivir en un país sin violencia. Pero este anhelo no se va alcanzar con decisiones improvisadas e irresponsables. El gobierno tiene que fortalecerse dentro y fuera de la mesa de negociación. Tiene que proteger a los ciudadanos y hacer presencia en todo el territorio nacional. Sólo con buenas intenciones no vamos a lograr la paz. Si fuera así de fácil no llevaríamos 200 años de violencia.