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SEGURIDAD

Libertad y orden

Las acciones de hoy nos pueden costar otra década de guerra.

21 de marzo de 2023 Por: Pablo Uribe

La política de ‘paz total’ de Petro sigue fracasando y con cada tropiezo el orden público se deteriora más. Si el gobierno no cambia de estrategia pronto, perderemos los avances en seguridad de los últimos veinte años.
Gustavo Petro dice querer la paz, pero les ha abierto el camino a los violentos para que siembren terror en todo Colombia. Desde hace tres semanas, más de 250 mil colombianos en el bajo Cauca están sometidos a un paro impulsado por el Clan del Golfo. Los negocios están cerrados, la gente está escondida y la violencia se ha apoderado de esa región sin que el gobierno reaccione.

Acá en el Valle del Cauca la situación es preocupante. En los primeros dos meses del año la extorsión y el secuestro se aumentaron alarmantemente. Grupos criminales, como La Local en Buenaventura y Los Flacos en Cartago, están llenando nuestras calles de drogas, extorsionando a comerciantes y matando a quien se les oponga. El Eln y las disidencias están tratando de controlar las poblaciones en las cordilleras y la cuenca del Pacífico para dominar el tránsito de armas, drogas y productos de la minería ilegal. En el Valle se está viviendo un ambiente similar al que vivíamos en las épocas de Samper y Pastrana.

Mientras todo esto pasa, el gobierno sostuvo un ‘cese al fuego’ por casi tres meses en contra de las advertencias de expertos, gobernantes locales y la sociedad civil. Mientras las fuerzas armadas se retiraron del territorio los violentos aprovecharon para extender su poder. En este momento los criminales no poseen ninguna razón para desmovilizarse, pues tienen el camino libre para recoger más dinero y fortalecerse. Petro, en su infinita improvisación, repitió los errores del Caguán; algo que nunca debió ocurrir de nuevo.

Más grave aún, el gobierno tiene su poderosa aplanadora en el Congreso andando a toda marcha para darle jugosas concesiones a los peores criminales del país. Está doblegando nuestras leyes en favor de los violentos, sólo para apaciguarlos. Petro está repitiendo la experiencia de La Catedral, cuando acatamos todas las exigencias de Pablo Escobar (incluida una cárcel 5 estrellas) sólo para que se fugara y siguiera derramando sangre.

El ‘cese al fuego’ y las concesiones no surtieron el efecto que el gobierno
quería, por el contrario, la violencia viene aumentando. Ante este choque de realidad, Petro decidió echar para atrás y suspender su proceso de paz con el Clan del Golfo.

Sin embargo, el gobierno no ha desistido de su política de Paz Total, tan sólo suspendió los avances con un grupo en específico. Las fuerzas armadas siguen limitadas en su accionar y Roy Barreras sigue empujando el paquete de concesiones en el Congreso. Los efectos de estas acciones se van a seguir sintiendo en el territorio y podemos llegar a un punto de no retorno; en donde se vuelva imposible recuperar el orden público en Colombia en el corto plazo. Las acciones de hoy nos pueden costar otra década de guerra.

Con enorme esfuerzo y sacrificio los colombianos logramos un país más seguro y pacífico. Los avances en seguridad del gobierno de Uribe abrieron la puerta al proceso de paz de Santos. Después todos esos años de trabajo, el país empezó, por fin, a enfocarse en otros temas diferentes a la violencia. En su afán de protagonismo y de negar todos los avances del pasado, Petro está poniendo en riesgo ese anhelo de paz y progreso en Colombia. Ojalá corrija pronto porque someter nuestra democracia a los caprichos de los violentos no es el camino a la paz.