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Sí ganamos el Mundial

Tengo una gran noticia para los que todavía no se reponen por la dolorosa eliminación de Colombia en Rusia. Sí somos campeones. Sí somos los mejores.

12 de julio de 2018 Por: Ossiel Villada

Tengo una gran noticia para los que todavía no se reponen por la dolorosa eliminación de Colombia en Rusia. Sí somos campeones. Sí somos los mejores. Sí ganamos un Mundial. Prepare su bandera, arme su caravana y salga ruidosamente a celebrar. Colombia es campeón mundial de la ceguera y la ineptitud.

Basta una simple mirada a lo que pasó en estas semanas, mientras delirábamos por la fiesta de Rusia y dábamos la vida por la ‘polla’ futbolera, para entenderlo.

Una semana atrás ocurrió una espantosa masacre en el Cauca. Los cadáveres de siete personas que fueron torturadas y asesinadas con tiros de gracia aparecieron en una carretera de una zona rural del municipio de Argelia.

Hace menos de 48 horas el horror se repitió en un paraje solitario del Pacífico. Tres agentes del CTI de la Fiscalía fueron asesinados brutalmente en una carretera de Tumaco.

Y en medio de hechos puntuales como esos, el país sigue siendo testigo mudo de una terrible masacre a cuentagotas. La de los denominados líderes sociales, cuyos asesinatos se han disparado de una forma insospechada. En lo que va del año, según cifras recientes del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, han matado a 123 líderes cívicos, comunales o campesinos.

Detrás de esta ola de violencia que sacude hoy al país hay múltiples causas que es preciso diferenciar, pero también hay tres factores comunes.

El primero es que esta era una situación previsible desde el momento en que se firmó el acuerdo definitivo de paz entre el Gobierno y la entonces guerrilla de las Farc. El segundo es la probada incapacidad del Estado colombiano para evitar y castigar esos crímenes.

Y el tercero es que por encima de este terrible panorama se escucha una vez más, con sus diferentes matices, nuestro entusiasta coro de la confusión. Ese que siempre nos distingue frente al mundo.

“Es que no podemos mezclar peras con manzanas porque los del Cauca eran narcos”, sostienen los académicos. “Es que muchos crímenes de líderes son por líos de faldas”, dijo el Ministro de Defensa. “Es que los matan porque votaron por Petro”, reclaman los petristas. “Es que los de la izquierda manipulan la información”, responden los uribistas. “Es que, es que...”.

¿Se dan cuenta por qué digo que ya ganamos un Mundial? Este país está demostrando una vez más que es campeón en tres cosas: en encontrar justificaciones para todos los problemas, en no resolver ninguno y en olvidar lo que es realmente importante.

Sí. La realidad es que el infierno ha empezado a arder de nuevo en Colombia. La hermosa idea de la Paz, que hace un año y medio nos emocionó tanto como los goles de Falcao y Yerry Mina en Rusia, no pasó de ser un sueño. Peor aún, una realidad que no supimos conservar.

Con una tranquilidad pasmosa y espantosa, que retrata fielmente lo anestesiados que estamos y la estupidez que nos dejaron 50 años de conflicto, este país transita otra vez por el filo del despeñadero de la guerra, y nadie parece tener idea de cómo evitar que caigamos.

Sí, aquí se nos empieza a olvidar otra vez que lo importante, más allá del candidato por el que votamos, o las ideas políticas con las que nos identificamos, es la defensa de la vida y de la Paz como un derecho que tenemos.

En medio del horror de toda esta violencia reciclada llegará en solo tres semanas al Palacio de Nariño un nuevo Gobierno. Ojalá el presidente Iván Duque no se conforme con posar para la foto. Ojalá seamos capaces de exigirle que no ponga la política por encima de la Paz. Ojalá seamos capaces de exigirnos dejar de ser ‘campeones mundiales’.

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