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Salsa y patrimonio

Esta historia ocurrió hace quizá unos 20 años y la vivió el director de Opinión de El País, don Luis Guillermo Restrepo, a quien debo no solo grandes enseñanzas sobre periodismo, sino también invaluables lecciones sobre música.

9 de julio de 2020 Por: Ossiel Villada

Esta historia ocurrió hace quizá unos 20 años y la vivió el director de Opinión de El País, don Luis Guillermo Restrepo, a quien debo no solo grandes enseñanzas sobre periodismo, sino también invaluables lecciones sobre música.

Una calurosa tarde de diciembre el maestro Johnny Pacheco, legendario director de la mítica orquesta Fania All Stars, no pudo contener sus lágrimas cuando ‘don Guillo’ y Gary Domínguez lo llevaron a visitar el Encuentro de Melómanos y Coleccionistas de la Feria Cali.

En uno de los tantos puestos de venta de discos de ese evento, el maestro encontró un acetato original de una de sus primeras grabaciones. La única pieza que él tenía de esa grabación la había perdido en un incendio que afectó su casa en Nueva York. Y nunca más la había vuelto a encontrar. Al verla, solo pudo llorar. Y después, decir: “Por esto es que ustedes son la verdadera Capital Mundial de la Salsa”.

Eso mismo ya lo habían dicho, por experiencias similares, Celia Cruz, Papo Lucca, Larry Harlow, entre muchas otras leyendas. Y, por supuesto, Richie Ray y Bobby Cruz, quienes alcanzaron dimensión de dioses cuando la pluma volcánica de Andrés Caicedo los inmortalizó para la literatura en ‘Que viva la música’.

Cali tiene hoy 2,2 millones de habitantes e igual número de historias como esa. Porque no hay aquí una sola persona cuya vida no tenga al menos un recuerdo marcado por las músicas de origen afrocaribeño.

Impulsados con su fuerza, sus ritmos y sus mensajes, los caleños hemos construido barrios enteros, relaciones sociales, amores sublimes, empresas innovadoras, monumentos y música, amistades profundas, oficios asombrosos, formas de trabajo colectivo, espacios de intercambio de conocimiento y hasta una forma única de bailar.

Y todo ese conjunto de cosas es lo que está a un paso de alcanzar oficialmente el estatus de Patrimonio Inmaterial de la Nación.

Ayer un grupo de caleños -que me honró con la tarea de ser parte de su vocería- logró que el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural aprobara una petición que se elevó en ese sentido, luego de más de 8 años de trabajo intenso.

Hay quienes piensan que la Salsa en Cali es solo un asunto de rumba y diversión. Otros, incluso, mantienen la idea errada de que está asociada a formas de delincuencia y desorden ciudadano. Hay quienes construyen con ella un falso discurso social y quienes la usan solo para favorecer sus intereses económicos.

Pero es algo mucho más grande. La Salsa es parte del código genético del caleño. Y es la principal forma de resistencia social que encontró esta ciudad para hacerle frente a los momentos más aciagos de su historia, incluido el actual.

Así que el de ayer no es un logro cualquiera. Cali tiene ahora la tarea de construir el plan para salvaguardar esa riqueza inmaterial que gira en torno a la Salsa. Solo cuando ese plan haya sido aprobado, podremos ostentar el titulo de ‘Salsa caleña, Patrimonio Inmaterial de la Nación’.

Es un reto enorme que medirá el real compromiso de la ciudad, y sobre todo del actual Gobierno Municipal, con la tarea de preservar el patrimonio de la Salsa Caleña.

En ese sentido, creo que la Administración del alcalde Jorge Iván Ospina, en quien reconozco a un hombre que ha trabajado arduamente por la Salsa, no debería tolerar escenarios desapacibles como el que surgió en los últimos días en torno a nuestro amado Encuentro de Melómanos y Coleccionistas.

Ese debe seguir siendo un espacio de cordialidad y trabajo colectivo. No puede quedar manchado y dividido, justo en el inicio de su Gobierno, por actuaciones torpes basadas en intereses personales.

Cali, bien lo dijo Johnny Pacheco, es la verdadera Capital Mundial de la Salsa. Es hora de unirnos por ella.

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