Instagram y el suicidio

“No tengo dudas de que Instagram ayudó a matar a mi hija”, repite en muchos escenarios el británico Ian Russell. Su hija, Molly, tenía 14 cuando decidió quitarse la vida en el 2017. Todo el rastro de su camino a la muerte quedó documentado en esa red social.

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30 de sept de 2021, 11:40 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 07:22 a. m.

La terrible relación que existe entre las redes sociales y el suicidio, especialmente de personas jóvenes, es una realidad cada vez más evidente de los tiempos que vivimos.

En todo el planeta se suceden los casos de adolescentes y niños que deciden quitarse la vida debido a depresión, ansiedad, baja autoestima y múltiples problemas de salud mental que se agravaron en esos espacios digitales.

Muchas de esas muertes esconden historias escalofriantes, que ni el más avezado novelista de ficción imaginaría. Como el de una adolescente de 17 años en Malasia que una mañana de mayo de 2019 publicó una encuesta en Instagram: “¿Debo morir o no?”. Al día siguiente fue hallada muerta. Quienes votaron le habían respondido que sí.

Y en la medida en que más casos ocurren, crecen las acusaciones contra los grandes pulpos que dominan el millonario negocio de las redes, especialmente contra Facebook, dueño de Instagram.

“No tengo dudas de que Instagram ayudó a matar a mi hija”, repite en muchos escenarios el británico Ian Russell. Su hija, Molly, tenía 14 cuando decidió quitarse la vida en el 2017. Todo el rastro de su camino a la muerte quedó documentado en esa red social.

El aumento del suicidio es una tragedia global, que da cuenta de la incapacidad del género humano para convertir el acelerado desarrollo tecnológico que ha caracterizado al último siglo, en un mundo más sano y feliz. Todo lo contrario: mientras más sabemos, más convertimos nuestra casa en un lugar peligroso.

Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, cada año unas 703.000 personas se suicidan. Muchas más intentan hacerlo. El suicidio es la cuarta causa de muerte entre quienes apenas van de los 15 a los 29 años de edad.

Por todo ello, resultan aberrantes las recientes revelaciones que se han conocido sobre el manejo que el todopoderoso Mark Zuckerberg y su equipo de asesores en Facebook le han dado a la relación de Instagram con niños y adolescentes.

Leer los extractos de los memorandos internos de Facebook, que ha venido revelando el diario The Wall Street Journal, WSJ, da náuseas.
“Empeoramos los problemas de imagen corporal para una de cada tres adolescentes”, concluyó una investigación interna que realizaron entre 2019 y 2020 sobre los efectos de Instagram.

Pero en vez de actuar, decidieron ocultarlo. Y, por el contrario, mantuvieron su empeño en involucrar aún más a niños y adolescentes en esa red social.

Pues tal como lo describe otro memorando conocido por el WSJ, dentro de Facebook se ve a los preadolescentes de entre 10 y 12 años como “una audiencia valiosa, pero sin explotar”.

Por eso, contra viento y marea, se empeñaron en sacar adelante el proyecto Instagram Kids, para niños menores de 13, pero el escándalo los llevó el lunes pasado a suspenderlo.

Aunque dieron amplias explicaciones acusando a los periodistas del WSJ de haberse confundido al interpretar los informes internos, hasta ahora no dicen nada que justifique sus cuestionables ideas.

Al parecer, nunca nadie dentro de Facebook se enteró de las alertas que la OMS ha venido lanzando sobre los graves daños que el mal uso de internet puede causar en la salud mental de los más jóvenes. Depresión, ansiedad, ideación suicida y muchas otras alteraciones son el resultado de la presión que generan las redes sociales.

Para nadie es un secreto el declive en el que ha entrado Facebook. Sus audiencias se han envejecido y ya no crecen al ritmo inicial, por lo cual Mark y sus amigos necesitan desesperadamente atraer sangre joven que permita seguir sosteniendo su millonario negocio de publicidad microsegmentada.

Es eso lo que hay detrás de este enorme escándalo. Así que piénselo dos veces la próxima vez que sus hijos se involucren con Instagram. Porque para ellos no es inofensivo.

Periodista y economista. Melómano apasionado, autodidacta obsesivo y enamorado eterno de Cali. Nadie le quita 'lo bailao'

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