Acabar a Cali

A Cali le faltan muchas cosas, pero también es incuestionable que está avanzando. Y ponerle zancadillas para después ir a levantarla, es lo peor que le podemos hacer.

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15 de nov de 2018, 11:40 p. m.

Actualizado el 17 de abr de 2023, 07:43 p. m.

No sé si les pasa a ustedes, pero a mí me ocurre con cierta frecuencia y no deja de sorprenderme. Cada vez que estoy por fuera de la ciudad, y menciono en alguna conversación casual que vengo de Cali, casi siempre encuentro a alguna persona que tiene algo grato por decir sobre mi tierra.

“Cali es una ciudad muy bacana”, dicen algunos. “Cómo ha cambiado Cali”, mencionan otros. “Tiene problemas, como todos, pero Cali es un muy buen vividero”, argumentan los más analíticos. “En Cali hay muchas oportunidades”, explican los más informados. “Rico volver a Cali”, concluye la mayoría.

Lo que me sorprende, e incluso a veces me avergüenza un poco, es comprobar que la gente foránea ve a nuestra ciudad mucho mejor de como la vemos nosotros mismos.

Claro, me dice automáticamente la conciencia, esta es gente que no padece el sufrimiento de esperar eternamente a que pase el MÍO. No enfrentan cada día el trancón monumental del Sur. Ni viven, como muchos caleños, con el miedo de sentir que a la vuelta de la esquina te pueden matar por robarte el celular.

Pero luego me doy cuenta que esa es simplemente una forma de justificar mi rabia y mi frustración como caleño. Porque son personas que enfrentan problemas iguales o peores en los lugares donde viven, pero deciden conscientemente recordar a Cali más por su luz que por su oscuridad. Repito: lo deciden con plena conciencia.

Traigo esto a cuento porque me preocupa lo que veo venir para Cali en el muy corto plazo. En los próximos meses, sino es semanas, empezará a reaparecer gente interesada en mostrar y promocionar lo peor de la ciudad, y en hacernos creer a los caleños que estamos en el peor de todos los infiernos.

Y eso pasará cada vez con más frecuencia porque ya empezó la campaña electoral que decidirá en el 2019 cuál será el próximo Alcalde.

Tristemente, en este país la desesperanza es una vieja, simple y muy rentable fórmula para hacer política. Es muy sencillo: usted se vuelve experto en diagnosticar problemas que ya están sobrediagnosticados, en mostrarlos peor de lo que son, se inventa otros que no existen, hace que la gente exprese al máximo su indignación y después sale a venderse como la solución mágica a todos ellos.

En Cali, como en otras ciudades del país, hay leña de sobra para encender esa hoguera. Se dice, por ejemplo, que ya hay políticos que tienen en marcha un plan muy bien orquestado para tirarse la imagen de la ciudad durante la próxima Feria de Cali. Y que luego tomarán metódicamente otros ‘frentes de trabajo’ para seguir hablando mal de Cali: inseguridad, movilidad, el MÍO, las invasiones de los cerros.

Yo dejo clara mi posición al respecto: no se trata de negar esas realidades que nos agobian. Ni de desconocer los múltiples problemas y desafíos que tiene la ciudad. No pretendo que lleguemos en el 2019 a la decisión de elegir Alcalde sin tocar las heridas que nos duelen.

Pero lo que si deseo, lo que sí espero, es que la clase política local tenga la capacidad, la decencia de hacer Política - así, con P mayúscula - y no vulgar politiquería basada en populismos baratos y en manipulación de los electores.

De lo que se trata es de no perder el norte. Es innegable que a Cali le faltan muchas cosas, pero también es incuestionable que está avanzando. Y ponerle zancadillas para después ir a levantarla, es lo peor que le podemos hacer.

A la administración actual también le cabe una enorme responsabilidad en lo que viene. Maurice Armitage tiene un año para cambiar la idea de quienes hace tres años votamos por él, pero hoy creemos que menos contradicciones de su parte, más claridad en algunos asuntos y menos alteraciones emocionales le habrían servido mucho a la ciudad para avanzar con mayor velocidad.

Debe manejar a Cali con serenidad, firmeza y neutralidad en la recta final. Más aún cuando en la arena de la campaña habrá gente que fue cercana a sus círculos de poder. Desde ahora todos los caleños deberíamos comprometernos a elegir bien en el 2019. Un alcalde experto en problemática no sirve de nada. Necesitamos uno que apueste por la 'solucionática'.

Y, por encima de todo, deberíamos comprometernos a no acabar con Cali en la campaña que ya empezó. A mantenernos en la luz y no en la sombra. De Cali se habla bien. Nunca lo olviden.

Periodista y economista. Melómano apasionado, autodidacta obsesivo y enamorado eterno de Cali. Nadie le quita 'lo bailao'

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