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Polvo y paja

Con un agravante y es que las consultas convirtieron la elección parlamentaria en una primaria presidencial, que ha opacado por completo las campañas de los congresistas que buscan el voto de opinión.

4 de marzo de 2022 Por: Óscar López Pulecio

Muy complicado para el elector corriente ejercer su derecho al voto el próximo 13 de marzo, que debería ser tarea fácil. Como se trata de elecciones parlamentarias, está obligado a distinguir los logos de los partidos y el número del candidato en los tarjetones de Senado y Cámara, a no ser que la lista sea cerrada, caso en el cual basta marcar el logo, aunque solo hay dos en el Senado, la del Pacto Histórico y la del Nuevo Liberalismo. El grueso de los miles de candidatos al Congreso reducidos a un pequeño número. En las elecciones parlamentarias de 2018, que fueron por el estilo, se anularon 1.155.608 votos, el 6,4% del total de la votación, con la cual se hubieran podido haber elegido 10 senadores, una enormidad.

A lo anterior, se le añaden las consultas interpartidistas que son tres: el Pacto Histórico, la Coalición Centro Esperanza y el Equipo por Colombia, por las que el elector puede votar o no, en tarjetones con foto. Si elige votar solo puede hacerlo por una, y como la razón para votar por un candidato al Congreso no está necesariamente atada a las preferencias por un candidato presidencial, y son tarjetones distintos, se rompe la anhelada correspondencia política entre uno y otro. O sea, los votos por la consulta no son tan endosables como quisieran los candidatos al Congreso. La experiencia del 2018 así lo indica. Iván Duque como candidato del Centro Democrático sacó 4 millones de votos y su partido 2,5 millones; Gustavo Petro como candidato de la lista de la Decencia sacó 2,8 millones y su grupo 0,5 millones. Lo cual quiere decir simplemente que es más fácil marcar una foto, que buscar un número entre muchas listas.

Con un agravante y es que las consultas convirtieron la elección parlamentaria en una primaria presidencial, que ha opacado por completo las campañas de los congresistas que buscan el voto de opinión. Las grandes estructuras políticas regionales gozan de cabal salud y tienen la manera de informar a su cautivo electorado los números por los cuales votar, que es lo que realmente les interesa. Pero para quienes no tienen esas maquinarias, es un calvario explicar que están reducidos a un numerito más, perdido en una lista. Así que cuando se habla de que falta cultura política, también hay que decir que falta pedagogía electoral, que debería ser una responsabilidad del Estado.

Las consultas interpartidistas son una perturbación innecesaria del proceso electoral, que nace del hecho infortunado de la inexistencia de partidos políticos organizados, lo cual lleva a que los candidatos presidenciales viables no pertenezcan a ningún partido. Es una tragedia porque dificultan la gobernabilidad de quien resulte elegido. Mientras ello pase, seguirá habiendo consultas interpartidistas y fragmentándose la democracia.

El 13 de marzo salen de la competencia 13 precandidatos presidenciales, así que al menos las consultas cumplen la función de despejar el paisaje de polvo y paja, y dejar por selección natural a los liderazgos más consolidados, que más gocen del favor ciudadano. De esos ganadores saldrá el nuevo Presidente de la República, porque el mecanismo y la dinámica que genera cancela aventuras individuales. Así que, aunque el voto al Congreso sea enredado, y la institución no goce de mayor prestigio, es fácil e importante votar en las consultas, votar a conciencia, midiendo las consecuencias de esa decisión. Y sin equivocarse.

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