Nueva York, la ONU, ese caviar

El gobierno sigue con el ojo puesto en Nueva York y en la reunión anual de la ONU porque allá su presidente Petro habló para el mundo de la hambruna en África, de las heladas en Siberia, de la Amazonía. Petro pasea feliz por la ‘city’ a la que antes llamaba “Nueva York, fortín del capitalismo opresor y del imperialismo yanqui”.

El caviar de la diplomacia es estar en el grupo que llevó el petrismo a Nueva York, son los preferidos. Todos los expresidentes gozaron, en su momento, nombrando amigos al paseo de la ONU. Como la tortilla del poder se volteó, ahora vemos muchas caras nuevas. Los escogidos para acompañar en Nueva York al presidente, llevaron regios viáticos para hoteles de lujo que en otoño son carísimos, aleluya: usan autos negros gigantes de apellido Cadillac, Lincoln Continental o Volvo.

El caos del tráfico es la “madre de los trancones”. Son 157 presidentes de países los que asisten, algunos dictadores sanguinarios y Rusia está allí, a pesar de sus crímenes en Ucrania. La reunión anual de la ONU es un coctel millonario e inútil, ahora hay muchas guerras.

Y Petro llegó a Nueva York el sábado, pasar un fin de semana en Nueva York es algo excitante. Ir al Central Park, al Soho, a un restaurante de colombianos en La 42. Habló Petro al periodismo y a los diplomáticos de cambio climático, pobreza, paz lejana, terrorismo, palabras que el viento se llevó. Son 150 presidentes en la ONU, en ese edificio de la Tercera Avenue, Calle 31. La ONU costosa en millones y rica en discursos sosos. Las esposas de presidentes y cancilleres van a las tiendas de Park Avenue a gastarse millonadas.

Toda Primera Dama y esposa de excanciller recuerda su visita a la ONU. La raza negra manda allí en votos, son mayoría. Nueva York capital turística del mundo y el petrismo ahora goza la diplomacia en USA, Londres, París y Madrid porque llegaron al poder. Aleluya, hay nuevos apellidos, la diplomacia, ya no mandan los bogotanos, llegó el petrismo con apellidos de provincia.

Un amigo palmirano me dijo: “Hombre, ya era hora que las cachaquería bogotana entregara esos puestos que gozaron por 175 años”. Y yo respondí: pero dejaron una buena cancillería Diego Uribe Vargas, Indalecio Liévano, Rodrigo Pardo y Carlos Lemos Simmonds, gente seria y lo hicieron bien.