Complicado Brasil

En un país polarizado cuya recuperación post-covid ha sido lenta y donde la violencia y el desempleo crecen sin tregua, el primer objetivo será lograr una transición de mando sin sobresaltos.

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7 de oct de 2022, 11:40 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 05:03 a. m.

El resultado de la primera vuelta electoral en Brasil no resultó tan simple como las encuestas aseguraban. La contienda entre el presidente actual, el controvertido Jair Bolsonaro, y el eterno héroe de la izquierda, Lula da Silva, apuntaba a una arrasadora victoria de Lula. Algunos hasta pensaban que ganaría en primera vuelta, con la hipótesis que el voto en contra del actual Presidente sería suficiente para la victoria. La realidad es que hubo una diferencia de menos de cinco puntos entre los dos, obligando a una segunda vuelta fijada para el 30 de octubre. A pesar de ocupar el segundo puesto, Bolsonaro fue el ganador de esta vuelta, al superar con creces las expectativas.

Las próximas tres semanas serán críticas y llenas de incertidumbre. En un país polarizado cuya recuperación post-covid ha sido lenta y donde la violencia y el desempleo crecen sin tregua, el primer objetivo será lograr una transición de mando sin sobresaltos. Esto que parece obvio no está tan claro. Bolsonaro ha insinuado a priori que la elección no será transparente y que quizás no se acogería a los resultados si pierde.
Preocupa el tufo de autoritarismo en una sociedad que ha vivido los estragos de los golpes de Estado en carne propia. Los resultados tan reñidos de la primera votación alimentaron el discurso de desacato a los resultados. El ambiente está tenso.

Si bien lo lógico es que la estrategia de Bolsonaro se concentrara en ampliar su margen con un discurso incluyente y moderado, su retórica bélica entusiasma a su base y agita a sus seguidores. También aumenta la resistencia de quienes aseguran en las encuestas que nunca votarían por él. Su desdén y el enorme daño que se ha hecho al Amazonas bajo su mandato son otros puntos en su contra.

Lula da Silva es el candidato favorito, pero tampoco tiene el camino pavimentado. Le corresponde, en estas últimas semanas de campaña, dos tareas: primero, acaparar los votos de una tercera candidata, Simone Tebet con su sorpresivo resultado de 7% del electorado. Aunque Tebet no ha anunciado apoyo a un candidato, aunque lo hiciera no necesariamente tendría un gran impacto directo en los votantes. Sus votos son de protesta. El segundo reto de Lula es aumentar la masa votante, disminuir el voto en blanco y crear mayor entusiasmo por su propuesta. Una mayoría amplia le quitará hierro a las amenazas de Bolsonaro de permanecer en el poder.

Lula, como muchos recuerdan, fue objeto de una gigantesca y muy sonada investigación de corrupción, el caso Lava Jato, que lo envió a la cárcel. Para unos fue un castigo justo para un político con una larga trayectoria como el político del pueblo, de la igualdad y de la inclusión.

Para otros, una persecución. Su Partido de los Trabajadores (PT), gobernó el país desde el 2003 hasta 2011 y se ha convertido en un modelo a seguir para la izquierda en todo el continente. Hoy, a sus 76 años tiene su reputación desgastada, pero parece ser el mal mejor para Brasil, y su victoria amplia sería también una buena noticia para la democracia.

Incluso si logra el triunfo, no la tiene fácil. Los retos que enfrenta son enormes y variados. Se verá bloqueado por una derecha empoderada en el Congreso, que le hará zancadilla a su agenda social. El PL de Bolsonaro será mayoría en ambas cámaras del Congreso así que el Presidente tendría que usar su experiencia política para construir coaliciones efectivas. Si no lo logra, sus promesas de reducir la pobreza y generar crecimiento podrían fracasar y erosionar su marca y su gobernabilidad.

El caso de Brasil es a la vez una lección para la región. Cada vez es más difícil gobernar en un ambiente de desaceleración económica y descontento público. País por país, ni la izquierda ni la derecha traen la respuesta. Es hora de intentar otros modelos de cooperación que devuelvan la confianza los votantes y resuelvan los problemas de fondo.

Caleña. Graduada del Colegio Bolívar. Politóloga de Trinity College con Maestría en Estudios Latinoamericanos de Georgetown. Analista política y asesora para América Latina de Albright Stonebridge Group. Trabajó en Proexport en Bogotá y en la Cámara de Comercio de Cali. Fue subdirectora de la Oficina Comercial de Washington y jefe de prensa de la Embajada de Colombia en Washington.

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