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Uribe elige a Petro

Cuando un país se polariza tanto y un extremo gobierna atacando al otro sin descanso, más temprano que tarde se sube el otro extremo.

27 de mayo de 2019 Por: Miky Calero

Cuando un país se polariza tanto y un extremo gobierna atacando al otro sin descanso, más temprano que tarde se sube el otro extremo. Entiéndase bien, no soy ni izquierdista ni de derecha, me gusta el verdadero centro en la política, no me gustan el odio y el miedo que destilan los extremos, que se alimentan de eso y lo aprovechan en sus discursos populacheros, donde pueden mover masas a través del resentimiento y la rabia, óigase bien, ambos extremos.

Por eso es tan frecuente ver países, especialmente en Latinoamérica, que pasan de gobiernos de derecha a gobiernos de izquierda, ambos con nefastas consecuencias ya que gran parte del tiempo, en vez de gobernar por el bien común, se la pasan paliando al otro extremo.

Eso hace posible que pase lo que digo en el título de esta columna, si el señor Uribe sigue atacando sin tregua al señor Petro, está llenando de motivos a la izquierda para que surja el resentimiento. En ese juego de la polaridad perdemos todos. Solo cuando aprendamos a perdonarnos y reconciliarnos, podremos tener un país viable.

Tener la capacidad de aceptar que los abusos y los pecados los tenemos todos, que no hay nadie libre de culpa. En la guerra colombiana las muertes, masacres y desplazamientos los han puesto todos: guerrilleros, paramilitares, gobierno y civiles. ¡Todos! No me gustan los que con tanta facilidad se rasgan las vestiduras acusando a otros.

Desde que el presidente Duque se posesionó, todos los días vemos en los noticieros peleas en el Congreso, que si la JEP, que si ‘Santrich’…, y de los niños que mueren de hambre en la Guajira, ¿qué? ¿Qué hay del abandono estatal en el Pacífico colombiano? Eso no interesa en un gobierno centralista interesado más en pelear que en resolver. Triste que los colombianos nos desgastemos tanto peleando y criticando.
Los gobiernos realmente sociales, como algunos de Europa donde hay una mejor distribución del bienestar, donde no hay los grados de corrupción ni abandono estatal, son el ejemplo que deberíamos seguir.

El Gobierno suizo es uno de ellos, gobierno federal donde cada cantón o ‘departamento’ tiene autonomía y capacidad de decisión. En el país no hay un presidente sino siete elegidos democráticamente, que trabajan juntos y se rotan el liderazgo diplomático cada año. Es un país donde todos sus ciudadanos pueden disfrutar de salud, educación y recreación. Obviamente también tienen sus problemas pero no del tamaño de los nuestros.

Ya es hora de darle la vuelta a la página de tanto odio político que nos ha sumergido en una guerra sin tregua. El hecho de que ‘la corrupción’ tenga más presupuesto que la educación y la salud, es una muestra de la calidad de gobernantes que tenemos… triste. Políticos buenos de verdad son contados con los dedos de las manos, elijamos bien.