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Sanedrín

Voy a narrar lo que sucedió en épocas de Jesús y el Sanedrín, lo más parecido a un congreso, ustedes lectores juzgarán si no es similar a lo que sucede hoy día en nuestro ‘Honorable Senado’.

29 de abril de 2019 Por: Miky Calero

Voy a narrar lo que sucedió en épocas de Jesús y el Sanedrín, lo más parecido a un congreso, ustedes lectores juzgarán si no es similar a lo que sucede hoy día en nuestro ‘Honorable Senado’.

El Sanedrín fue una asamblea o consejo de sabios estructurado en 23 o 71 rabinos en cada ciudad de la Tierra de Israel, que hacía la función de juez. En el período del Segundo Templo, el Gran Sanedrín se reunía en Jerusalén, en el llamado Salón de las Piedras Talladas. El Gran Sanedrín se reunía todos los días, excepto en los festivales judíos y en el sábado (Shabat). El Sanedrín constaba de 71 miembros: el Sumo Sacerdote y 70 hombres prominentes de la nación.

Esto dice la Biblia:

“Después de atar a Jesús como si fuera un vulgar delincuente, se lo llevan a Anás, quien era el sumo sacerdote cuando Jesús era niño y dejó asombrados a los maestros en el templo. Algunos de los hijos de Anás también desempeñaron más tarde el papel de sumo sacerdote. Mientras Jesús está en la casa de Anás, Caifás tiene tiempo para convocar al
Sanedrín.

Anás interroga a Jesús ‘sobre sus discípulos y sobre lo que enseñaba’. Él simplemente le responde: ‘He hablado públicamente a todo el mundo. Siempre enseñé en las sinagogas y en el templo, donde todos los judíos se reúnen, y no dije nada en secreto. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a quienes oyeron lo que les dije. Ellos saben bien lo que se dijo’.
Uno de los guardias que está de pie allí le da una bofetada a Jesús y lo reprende: ‘¿Así le contestas al sacerdote principal?’. Pero Jesús sabe que no ha hecho nada malo, por eso le responde: ‘Si he dicho algo malo, dime qué fue; pero si lo que he dicho es cierto, ¿por qué me pegas?’. Luego Anás hace que se lleven a Jesús ante su yerno Caifás.

Al oír eso, Caifás se rasga sus vestiduras con un gesto dramático y exclama: ‘¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Miren, ustedes acaban de oír la blasfemia! ¿Cuál es su opinión?’. Entonces el Sanedrín dicta la injusta sentencia: ‘¡Merece morir!’”.

Vuelve y se repite la historia y nada que aprendemos.
Acá el senador Antanas Mockus, (un hombre pulcro que nos enseña moral y ética) es sacado del Senado mientras permiten ocupar su curul a muchos que están vinculados a grandes escándalos de corrupción, que con tanta facilidad se rasgan las vestiduras, que siempre están viendo la paja en el ojo ajeno. Mientras eso sea así, ¡óigase bien!, nunca vamos a tener una nación viable y sostenible. Es hora de una transformación política, donde haya servidores públicos y no políticos de profesión que no están interesados en el bien común.