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Un poeta lisboeta

Lisboa, el viejo distrito de la Baixa, el Chiado, donde fue bautizado, están en sus versos, como el brillo de las paralelas del ferrocarril que pasa junto a Cascais y Estoril.

1 de febrero de 2023 Por: Medardo Arias Satizábal

Era pariente de San Antonio; vivió en Durban y escribió célebres ensayos en inglés. Con una pequeña herencia de su abuela, montó una tipografía, fue traductor y hombre múltiple. Podían llamarlo Fernando Pessoa, Ricardo Reis, Álvaro de Campos. Amó el aguardiente, las ruinas y los viajes en barco. Murió a los 47 años.

Si ese vaho de ruinas de lo que otro día fue el imperio, o aquella síntesis que en su brevedad es la humana carnadura del poeta, sin ambages, en una palabra despojada y libre que altera la sintaxis para ser más elocuente, es parte de la andadura de los escritores portugueses, Fernando Pessoa, como Luis de Camões y Saramago, fue la prueba viviente del canto luso, la exacta representación de esa aristocracia de las letras en una Lisboa que, por periférica, dice tantas cosas al oído de la vieja Europa.

Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa el 13 de junio de 1888, hijo de Joaquim de Seabra Pessoa, un funcionario del Ministerio de Justicia que al tiempo escribía notas críticas sobre el acontecer musical de Lisboa, para el ‘Diario de Noticias’. Su madre, María Magdalena Pihneiro Nogueira, había nacido en Las Azores, Isla Terceira.

El poeta vivió también con su abuela Dionisia, quien padecía trastornos mentales, y dos criadas ancianas que son recordadas como Joana y Emilia. Muy joven, vivió en Durban, Sudáfrica, donde conoció la literatura inglesa. Se aficionó a los textos de Shakespeare, Tennyson, Keats, Allan Poe, Shelley, Milton. Aprendió a perfección la lengua inglesa y escribió en ella con gran soltura, al tiempo que se empleó como traductor. Como poeta quiso ser muchos poetas y firmó textos como Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, Bernardo Soares.
Desde la otredad, escribió críticas dedicadas a esos bardos por él mismo creados, a las obras de estos heterónimos, al punto que nadie sabía quién era quién, pues hablaba desde múltiples pieles, con la sabiduría que le venía de lejos, de esos antepasados lisboetas que aprendieron a callar cuando no estuvo la fuerza, a esperar, cuando la harina de los barcos se demoraba en la Plaza del Comercio.

Estaba emparentado con un santo portugués al que las mujeres solteras rezaban con la esperanza de encontrar buenos maridos. Fernando de Bulhões, nombre de Pila de San Antonio, era su pariente ilustre. El poeta nació el mismo día que consagra la fiesta nacional de este santo muy querido en Cali: el 13 de junio; por ello llevó también el nombre de Fernando Antonio.

Lisboa, el viejo distrito de la Baixa, el Chiado, donde fue bautizado, están en sus versos, como el brillo de las paralelas del ferrocarril que pasa junto a Cascais y Estoril.

Pessoa se adelantó a su tiempo, con un lenguaje moderno que espantaba a los mentecatos en la primera mitad del Siglo XX.

Si tuviéramos que establecer un paralelo poético en América, su tono, aunque despojado de humor, guarda semejanza con el del bardo cartagenero Luis Carlos López, más conocido como ‘El Tuerto López’. Se adivina en esta poesía el moho de toneles guardados hace tiempo, de luz escasa, de un mundo que tuvo brillos primordiales y se fue deslustrando en el uso de las costumbres, en el olvido de las grandes sagas marineras.
En Durban culminó la escuela primaria con las monjas irlandesas, e ingresó luego a la secundaria Durban High School, donde se destacó y creó su primer seudónimo: Alexander Search.

Casi toda su obra fue publicada de manera póstuma; de ella, podemos mencionar: ‘O Guardador de Rebanhos’ (como Alberto Caeiro),35 sonetos, Páginas de Doctrina Estética, Poemas Dramáticos, Cartas, Odas de Ricardo Reis, Cartas de amor, Sobre Portugal, El banquero anarquista, El libro del desasosiego y textos filosóficos, entre muchos otros, además de poemas en inglés.

Dejó de existir el 30 de noviembre de 1935 en Lisboa, no muy lejos del Teatro de la Opera, frente al cual había nacido. Las complicaciones hepáticas que lo llevaron a la tumba, estuvieron asociadas con una cirrosis, mal que contrajo por la permanente ingesta de aguardiente, licor que le fascinó toda la vida. Su marca preferida era ‘Aguia Real’. Ahí, en el hospital Sao Luis Dos Franceses, de Lisboa, fue encontrado su último texto, en inglés: "I know not what tomorrow will bring" (No sé lo que traerá el mañana...).

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