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La Chata Maruja

Desde hace tiempo anda un loco por Cali, obsesionado con la nariz...

29 de septiembre de 2016 Por: Medardo Arias Satizábal

Desde hace tiempo anda un loco por Cali, obsesionado con la nariz de María, la heroína de Jorge Isaacs, a la que, por segunda vez, y en esta ocasión con total indiferencia por parte de una ciudad que se precia de ser la Capital de las Cirugías Plásticas, le baja el tabique con un martillazo al monumento cercano a la alcaldía.He visto viejas fotos de Escarria (1925), y puedo recordar con cuánta emoción los caleños de antaño contaban la historia de este monumento cincelado por el escultor catalán Carlos A. Perea. Un grupo de damas caleñas y bugueñas, admiradoras de Jorge Ricardo Isaacs Ferrer, promovieron el monumento en 1920.Los poetas Ricardo Nieto, Carlos Villafañe, Blas Scarpetta, Alberto y María Carvajal, fueron sus principales promotores. Bajo el busto de Isaacs, aparecen los primos Efraín y María; leen ‘Atala’, la novela de Rene François Chateaubriand, mientras el perro Mayo observa, y el ave negra parece presagiar oscuros designios.Chateaubriand lo que relata en esa novela es el amor salvaje de una pareja en medio del desierto, con lo que fue arúspice. Muchísimos años después, esta ciudad del sur de América se convertiría también en un desierto cultural, donde el monumento en homenaje a su más caro escritor, produce vergüenza. El mármol en la chaqueta de Efraín, parece más el andrajo de un pordiosero. Isaacs, sin ojos, mira a la ciudad donde nunca quiso ser sepultado –su tumba está en el Mausoleo 401 del Cementerio San Pedro de Medellín- y el perro Mayo está peor que esos gozques callejeros que van por la ciudad sin amo y sin vacunas. La única que recobra cierta vigencia pues grazna desde el siglo XIX, es el ave que anuncia desastres. La pobre María va camino de ser llamada ‘La chata maruja’, otra vez sin nariz y con el libro convertido en estercolero de pájaros.Alguna vez un loco ingresó a la Basílica de San Pedro en Roma, y dio un martillazo a La Pietá, de Miguel Ángel, por lo que hoy es imposible arrimarse a este portento de la escultural universal. En alguna ocasión visité Roma y además de la loba que amamantó a Rómulo y Remo, los gemelos que dieron origen a la ciudad, quise ver La Pietá. Misión imposible. Sólo pude apreciar su destello lejano a más de medio kilómetro de distancia. El lugar más cercano es ocupado rápidamente por japoneses que disparan sus cámaras con destello de luciérnagas eléctricas.Guardando las proporciones, Cali sí debe cuidar su ornato público, sus monumentos, con una guardia especial que impida la llegada de los vándalos. Se sabe que algunos protagonistas del Monumento al Trabajo, están hoy en fincas de la vía al mar. Fueron sacados de ahí en la noche y llevados en camión a esos lugares. Al poeta Villafañe, uno de los promotores del Monumento a María, lo dejaron sin bastón en el Parque de los Poetas; el bardo aparece hoy con la mano al aire. A la estatua de Antonio Llanos le cortaron un dedo; en el reciente encuentro de muralismo, otro desadaptado le propinó tres navajazos a un rostro de Frida Kahlo.La última restauración de nariz que sufrió María, la hizo el Maestro Arturo Peñaranda, en compañía del artista barranquillero Pedro Pérez Villarreal, hace cuatro años. Pudieron, después de un fino trabajo reconstructivo, devolverle el perfil griego, cuando otros alegaban que era aguileño, fruto del mestizaje.Peñaranda espera desde hace muchos años la oportunidad de tallar un indio gigantesco cerca del río Cali, -es el autor del Petecuy de Holguines Trade Center- en una piedra que encontró y que no ha podido modelar por falta de apoyo gubernamental. Por ahora, puede ocuparse en esta tarea que ya conoce: devolverle la nariz a María, para que pueda llorar su desamparo.Sigue en Twitter @cabomarzo

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