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Aliados o enemigos

En la carrera por dar de baja a la mentira, caen los...

7 de julio de 2011 Por: Medardo Arias Satizábal

En la carrera por dar de baja a la mentira, caen los corresponsales de guerra en los conflictos de hoy. La revolución de los medios de comunicación, el internet y las cámaras digitales, han traído paradójicamente, mayores obstáculos en la información.Independientemente de su papel como testigos civiles que merecen protección y respeto, son tratados como soldados en combate. Hace 8 años, un tanque del Ejército de Estados Unidos disparó contra el Hotel Palestina de Bagdad, en el que se alojaban periodistas occidentales. De este hecho, se registraron como ‘bajas’ (¿de guerra?) el periodista español José Couso, reportero de la cadena Telecinco, y el camarógrafo de la Agencia Reuter, Taras Prostyuk. No eran combatientes, sólo corresponsales, y a cambio de armas portaban libretas y cámaras.Pero el silencio de los inocentes continúa. Anteriormente, buena parte de los detalles de conflictos, las noticias de guerra, fueron dados por escritores, más que por periodistas, y estas experiencias -muchas veces auténticas informaciones- quedaron consignadas en cuentos y novelas. Así en ‘Por quién doblan las campanas’ de Hemingway, como en los libros de André Malraux, quien además, culminó su carrera como ministro de cultura de Francia. Este autor francés dio a conocer, de primera mano, con el ojo del periodista y la abundancia cromática del escritor, el instante mismo en que Francia desmanteló su imperio colonial en África. Quien desee conocer hoy qué sucedió ahí, puede leer su libro ‘Huéspedes de paso’.Se diría que una de las primeras aventureras dadas de baja en las guerras de hoy, es la verdad. El mismo Hemingway, quien en la primera Gran Guerra, en 1914, se alistó como voluntario y viajó a Europa como chófer de ambulancias de la cruz Roja, decía que había pasado la mayor parte de su tiempo en hospitales, cuando alguien admiraba sus medallas recibidas en Italia como soldado en trinchera. Hemingway fue condecorado ahí con la ‘Croce di guerra’ y también con la ‘Medaglia d’Argento al Valore Militare…’.Antes, o sea, a comienzos del Siglo XX y para tomar como ejemplo a la guerra del 14, las noticias que llegaban a los medios eran fragmentarias y las fotografías eran más un compendio de destreza artística en blanco y negro, que la denuncia de la crudeza de las batallas. Les correspondió a los historiadores y al cine imaginar guerras como aquella, con base en documentos escritos, testigos y veteranos. Muchas de las fotos que se tomaron en la Guerra Civil Española, como las hechas por Robert Capa, son exhibidas hoy en museos, más como íconos artísticos. El gran número de recursos de los que hoy se dispone para informar al mundo -cualquier reportero con un procesador manual y una cámara digital puede ‘alimentar’ las páginas de un diario desde cualquier rincón del planeta- ha hecho que las estructuras militares se pongan a la defensiva. Particularmente en los Estados Unidos, se cree que la guerra del Vietnam se perdió, en parte, por la ausencia de controles a los corresponsales de guerra. Así lo manifiesta Phillip Knightly, quien fuera enviado especial a Vietnam, en artículo publicado en The Guardian: “En Vietnam, los militares de Estados Unidos nos aceptaban, nos transportaban y alimentaban en bases responsables, nos daban información, nos armaban cuando era necesario, nos defendían, bebían con nosotros, nos trataban como a miembros de su grupo. A salvo de toda censura, los corresponsales íbamos donde queríamos, redactábamos las noticias como las veíamos. El ‘stablishment’ militar piensa que así Estados Unidos perdió la guerra…”.

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