El pais
SUSCRÍBETE

Alertas de peste

La influenza porcina de hace unos 11 años en México, fue una alerta para el mundo que pasó desapercibida en muchas partes del planeta. Ocurrió hace un poco más de 10 años.

22 de julio de 2020 Por: Medardo Arias Satizábal

La influenza porcina de hace unos 11 años en México, fue una alerta para el mundo que pasó desapercibida en muchas partes del planeta. Ocurrió hace un poco más de 10 años. Entonces, el gobierno de Felipe Calderón reconoció inicialmente solo 20 fallecimientos en el D.F. Algunas naciones cancelaron vuelos a México, se suspendieron clases. El contagio se frenó por selección natural -lo que hoy se espera con el coronavirus- pero dejó una estela fúnebre de aproximadamente 1000 difuntos y 70 mil contagiados. Desde entonces los mexicanos se acostumbraron a ir con barbijo por las calles y a lavarse las manos con jabón antibacterial, algo que en las circunstancias de hoy resulta útil.

Entonces, desde los Estados Unidos, escribí este texto bajo el título ‘Los nuevos apestados’:

“Quizá no se recuerde ahora que la Peste Bubónica o Peste Negra diezmó a más de la mitad de Europa en los siglos XIV, XV y XVI, y la Fiebre Amarilla por poco impide la inauguración del Canal de Panamá el 15 de agosto de 1914, cuando centenares de obreros, en su mayoría asiáticos, habían quedado enterrados en el fango de esta, otro día provincia colombiana vecina del Chocó.

Vemos cómo, ahora, cada año trae su afán, su propia peste. Otro día fue el Sars y la gripe aviar en Hong Kong y buena parte de China. Ahora, el pánico reina en el país de los nuevos apestados de la tierra: los mexicanos.

Quiero respetar los anuncios que hace ahora frecuentemente la Organización Mundial de la Salud, OMS, elevando cada cierto tiempo el 'nivel' de expectativa frente al nuevo castigo que se cierne sobre la especie humana, pero estas alertas me parecen excesivas, hermanas del ambiente de terrorismo que reina en el mundo desde los últimos ocho años.

Hay que ver los noticieros mexicanos para saber lo que está ocurriendo ahí; miles de personas van por las avenidas con tapabocas, como en un cuento de ciencia ficción, mientras se confirma la cancelación de actividades escolares, gimnasios, clubes, piscinas, teatros y, ya en breve, el gobierno considera la paralización de toda actividad económica. O sea, no a la vida, todo el mundo en casa, por el pánico a morir, esa otra forma de muerte.

Para los que jamás hemos profesado temor alguno a la muerte, y pensamos, por demás, que nadie se muere en la víspera, esto se presenta más como una tragicomedia donde la vida de un pueblo como el mexicano, se convierte de pronto en una pesadilla.

Ya hasta la actividad turística ha sido seriamente lesionada. Quienes por estos días tenían vacaciones en Puerto Vallarta, Cancún, Veracruz, Acapulco o Playa del Carmen, debieron cancelar sus vuelos. La actividad hotelera está en el suelo, y a todo ello se suma la guerra que emprende el presidente Felipe Calderón Hinojosa contra los carteles de droga en las ciudades fronterizas.

Colombia ha recibido también en múltiples ocasiones estas alertas del mundo, asolada como está por bandas de traquetos, las guerrilleras secuestradoras o la flor del borrachero.

Por ahora, la alerta tiene un número cuatro. Y se dice que cuando canten seis, se hablará de 'pandemia', la misma que arrasa al África desde hace veinte años, con el virus del Sida, sin que importe en Londres o en Washington.

Estas mismas alarmas deberían ser entronizadas cada vez que un ser humano es secuestrado o un niño es víctima de minas ‘quiebrapatas’. O cada vez que aumenta la epidemia del hambre, la misma que no deja ver la luz del nuevo día a tantos niños en nuestras naciones pobres.

La injusticia social, la corrupción, el abuso, la arrogancia de los más privilegiados sobre los débiles y los humildes, corroe al mundo, ya no con características de pandemia, sino de catastrófica endemia. Es la peste que acabará con el género humano y la que disparó hacer rato su alerta seis”.

Sigue en Twitter @cabomarzo

AHORA EN Medardo Arias Satizabal