Taxis sin taxistas

Sin embargo, lo que más le impactó fue el no tener la oportunidad de hablar con el taxista como le sucede en estos lares en que les arma conversa y se entera del ‘qué se dice’...

GoogleSiga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

13 de feb de 2023, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 05:46 a. m.

Tengo un amigo trotamundos y embilletado que se está gastando la plata que le queda viajando por todas partes. Su último periplo lo realizó en Dubái y llegó maravillado y con ganas de volver. Escuchar su crónica resultó delicioso habida cuenta que es un narrador picante, informado, dueño de un gran sentido del humor, aunque y vaya a saber por qué le gusta viajar solo.

De todo lo que contó lo más divertido fue que necesitó un taxi y se fue a esperarlo en la puerta del hotel. El vehículo resultó ser un Tesla que de taxi no tenía ni el nombre. Al llegar, una voz del interior del carro le preguntó en perfecto español. ¿Usted es don Meimberg? (por obvias razones le he cambiado de nombre) Sí, contestó y el carro le pidió que escribiera la clave de su identificación en un tablerito ubicado al lado de la puerta trasera.

Así lo hizo y la puerta se abrió automáticamente. Al ingresar a semejante nave y en un pésimo inglés, expresó “guafternun jau ar yu” y la respuesta fue “por favor marque su destino” en una pantalla ubicada frente a él.

De inmediato obedeció, pero advirtió algo extraño: el auto emprendió tremenda carrera y no tenía conductor. Estaba andando solo. La sorpresa y el susto lo pasmaron de inmediato (se había aplicado 5 dry martinis) y a lo que estaba viendo -o mejor no viendo- lo atribuyó al ‘delirium tremens’ que le habían anticipado iba a padecer de tanto tomar alcohol.

Así que no le tocó de otra que respirar profundo y ver cómo ese carromato se metía en medio del tráfico a velocidades espeluznantes, pero eso sí, con gran comodidad.

Mi amigo rezó -cosa que no hace muchas veces- pidiéndole al Milagroso que le ayudara a salir de ese bollo en que se había metido, pero el Negrito ni escuchó su súplica. Debe ser el castigo de mi Dios, se dijo, que me condenó a volverme loco en estas tierras y a morirme en pocos minutos.

Pues ni lo uno ni lo otro. En muy poco tiempo llegó a su destino y hasta que no introdujo la tarjeta y pago no se destrabaron las puertas y pudo salir. Conversador que siempre ha sido se despidió diciendo “adiós fantasma” y este le respondió “a sus órdenes Don Meimberg”, quedando más loco de lo que estaba.

Fue entonces cuando recordó que había visto en el canal de Julio Verne que los vehículos sin conductor eran un hecho y a él le tocó ser lo que llamó un conejillo de Indias.

Sin embargo, lo que más le impactó fue el no tener la oportunidad de hablar con el taxista como le sucede en estos lares en que les arma conversa y se entera del ‘qué se dice’ y hasta le mete política y más de una vez ha terminado agarrado con un chofer que no se aguanta su godarria.

Seguramente y dentro de poco aquí también tendremos taxis sin taxistas y mucha falta nos harán porque son referentes del diario vivir y como dicen por ahí, “se las saben todas” y quiero confesarles que me gusta andar en taxi más que en Uber y demás aplicaciones porque los taxistas conocen los atajos, saben de direcciones y comparten tremendas historias.

Y aquí hago un reconocimiento al que fuera el taxista o mejor, el taxista de cabecera de la casa de mis mayores, Daniel Arzayus Salcedo, bien apodado ‘El Mudo’ que conducía un flamante Chrysler 48 negro cuyas puertas traseras se abrían al revés y con el que tuve un sueño maravilloso del cual no quería despertarme por nada del mundo.

Administrador de Empresas, Abogado y periodista por vocación. Director y fundador de MF Publicidad Mercadeo Limitada, al igual que de los programas Mario Fernando Piano y Oye Cali. Galardonado en dos oportunidades con el premio Simón Bolívar de periodismo. Escribe para El País hace más de 40 años.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Mario Fernando Prado