Para anticaleños, los caleños

Se volvió costumbre ‘rajar’ de Cali. Decir y pregonar que esta ciudad está llevada del diablo. Que hay que irse a como dé lugar.

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14 de nov de 2022, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 12:18 p. m.

No puede negarse que nuestra ciudad atraviesa una profunda crisis de credibilidad, valores, confianza, corrupción y autoridad. De ello se están ya encargando las IAS quienes dirán la última palabra en donde juegan los movimientos ciudadanos, la oposición y algunos valientes líderes de opinión quienes permanentemente denuncian actuaciones dolosas que deben ser investigadas.

Se volvió costumbre ‘rajar’ de Cali. Decir y pregonar que esta ciudad está llevada del diablo. Que hay que irse a como dé lugar. Que hay que cerrar las empresas antes de que las trague el Estado. Que no vale la pena invertir en ninguna actividad nueva y hay que quedarse en modo ‘invernadero’ a la espera de lo que va a pasar.

Esta tendencia está tomando fuerza y se está propagando silenciosamente, lo cual menoscaba la autoestima de quienes aquí vivimos y le hace daño a la salud mental colectiva que se contagia de manera peligrosa, porque socava el estado de ánimo de una ciudad emprendedora, alegre, creativa y optimista.

El tema en cuestión, que ya lo he tratado en distintas columnas, me preocupa mucho porque puede ser la semilla de un derrotismo general en que el entusiasmo y el espíritu se van perdiendo sobre todo entre una juventud que está decepcionándose.

Y llama la atención que sean los mismos caleños los que abanderan estas posturas apocalípticas y esas caras largas purgatoriales.

Sin embargo, hay otras personas que ven en Cali una oportunidad y no un problema. Me refiero por ejemplo a las constructoras capitalinas que están edificando viviendas económicas y de alto cilindraje con resultados excelentes superando en poco tiempo a algunas locales que andan de capa caída.

Se trata de empresas con una vasta experiencia que pese a conocer nuestras debilidades le apuestan a Cali con megaproyectos de gran calado y que están teniendo tan envidiable éxito que han motivado a sus colegas a que miren hacia Cali como una gran meca para grandes negocios.

Y les menciono también a los grandes almacenes que se están abriendo de cientos de metros cuadrados, únicos en Colombia y cuyos dueños prefirieron a Cali por encima de otras ciudades del país y los nuevos y los ampliados restaurantes no pocos venidos de otras capitales que presentan apetitosas ofertas gastronómicas.

Y hablé con sus gerentes: ¡Qué pilera, qué actitud! Y compárelos con algunos de los nuestros: ¡Qué derrotismo, qué negatividad!
De verdad, nos están haciendo falta inyecciones de positivismo y de berraciclina. Hacer más y criticar menos. No pensar tanto en el pasado como en el futuro. No más miedo. No seamos los sepultureros de nuestra propia ciudad.

Administrador de Empresas, Abogado y periodista por vocación. Director y fundador de MF Publicidad Mercadeo Limitada, al igual que de los programas Mario Fernando Piano y Oye Cali. Galardonado en dos oportunidades con el premio Simón Bolívar de periodismo. Escribe para El País hace más de 40 años.

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