Me duele Popayán

Con dolor e indignación he quedado estupefacto viendo los videos donde se aprecian los destrozos en el centro de Popayán el pasado viernes en la noche.

GoogleSiga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

26 de nov de 2018, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de abr de 2023, 08:03 p. m.

Con dolor e indignación he quedado estupefacto viendo los videos donde se aprecian los destrozos en el centro de Popayán el pasado viernes en la noche. Causados por unos mal llamados estudiantes que encapuchados y armados de petacas, piedras y gasolina quisieron meterle candela a la Alcaldía, locales comerciales, sucursales bancarias y establecimientos turísticos.

Tales acciones vandálicas demostraron la falta de reacción de la autoridad y más aún, la pasividad de una Fuerza Pública aculillada, víctima del susto de ir a terminar juzgada y condenada por causarles lesiones a unos terroristas de profesión, de esos que se hacen pasar por estudiantes y vegetan por décadas en nuestras universidades públicas, con el único ánimo de desestabilizar, generar desórdenes y caos, cometiendo sus fechorías en donde ven un clima propicio porque -y lo repito- tienen una inmunidad que aprovechan a las mil maravillas.

La pregunta que surge es: ¿Por qué no se evitan estas atrocidades? ¿Por qué la fuerza pública hace presencia cuando el desorden está armado? Porque como dijera el poeta, “todo nos llega tarde, hasta la muerte”, y ahí están los resultados.

Popayán pasó de ser la Ciudad Blanca a ser la ciudad sucia. Sus paredes están llenas de letreros -no grafitis que son otra cosa- cargados de odio. Sus calles, después de la última andanada, quedaron hechas un campo de batalla y hubo que lavarlas y desinfectarlas.

A su turno, los responsables andan muertos de la risa y como si nada, preparándose para inmiscuirse en una nueva marcha, manifestación, toma de carretera o plantón, financiados ya sabemos por quienes, sin que la inteligencia policial haga nada al respecto.

Me duele Popayán, ciudad ilustre digna de una mejor suerte, y más aún, que muchos de sus habitantes se estén dejando invadir ya no las tierras sino sus calles principales y opten por desplazarse a otro lugar, dejando el espacio abierto a una anarquía al servicio del politiquero de turno cuyo nombre conocemos bien.

Menos mal que en contrapeso, existe un puñado de payaneses que están luchando por su región ya en la construcción, en los servicios, en la hotelería o en el turismo y que luchan denodadamente con un problema que se volvió endémico y de nunca acabar.

P.D. 1: Hoy se cumplen 29 años del atroz asesinato de 107 personas inocentes, víctimas de la bomba que ordenó poner Pablo Escobar en el avión de Avianca que voló en mil pedazos.

Casi 30 años después este crimen sigue en la impunidad y no se sabe aún la verdad de la verdad. Las familias de los inmolados continúan clamando justicia. Estamos con ellas, compartiendo su dolor.

P.D. 2: Debemos crear una gran cruzada para evitar que el nuevo Ministerio del Deporte se aposente en Bogotá. Cali merece el honor de que funcione desde aquí y vamos a luchar contra el centralismo capitalino que quiere acapararlo todo.

Administrador de Empresas, Abogado y periodista por vocación. Director y fundador de MF Publicidad Mercadeo Limitada, al igual que de los programas Mario Fernando Piano y Oye Cali. Galardonado en dos oportunidades con el premio Simón Bolívar de periodismo. Escribe para El País hace más de 40 años.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Mario Fernando Prado