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Dios te ve

¿Para qué diablos sirve una cámara en un ascensor, en un corredor o frente a la entrada de una residencia?

6 de febrero de 2023 Por: Mario Fernando Prado

Recuerdo que en el baño del Colegio Lacordaire, de donde me expulsaron porque supuestamente había diseñado un plan para enloquecer al profesor Morán, que tenía un terrible acento pastuso, había unos amenazantes letreros que rezaban ‘Dios te ve’, que nos alejaban de los malos pensamientos y de cosas peores.

No sé por qué esa frase me vino a la mente cuando me enteré que se van a instalar en Cali no sé cuántas cámaras que llaman de seguridad, acompañadas de unos drones y hasta el helicóptero Halcón que podrán visibilizar actos delincuenciales y servirán de elementos de disuasión para ahuyentar a los delincuentes de sus actos ilícitos.

Ello, lógico, me parece excelente siempre y cuando las cámaras no solo se instalen correctamente, sino que se les haga un mantenimiento estricto para evitar lo que sucede hoy, en que muchos de estos aparatos ya han sido dados de baja porque nunca los repararon, porque no había los repuestos necesarios, porque o los vandalizaron o se los robaron. Ojalá, repito, estos once mil millones de pesos que costarán dichas cámaras resulten provechosas para nuestra seguridad.

Pero quiero volver con el ‘Dios te ve’, porque me acabo de enterar que se están comprando cámaras por doquier. Por ejemplo, para los ascensores, para las zonas comunes internas y para las puertas de los apartamentos de muchos conjuntos, lo cual, y me perdonan, es algo que contraría la privacidad de los residentes. ¿Para qué diablos sirve una cámara en un ascensor, en un corredor o frente a la entrada de una residencia?

Se habla también de cámaras en los desvestideros de las piscinas comunales, en los inodoros de los clubes, en los consultorios de los psicólogos y hasta en los confesionarios. ¿Cómo así?

A los bebés y a los ancianos les ponen cámaras para monitorearles los sueños. A las mucamas les ponen cámaras en los nevecones para disuadirlas de que no se coman los jamones del patrón. A las esposas les ponen cámaras para mantenerlas vigiladas. En los moteles, me dicen, hay cámaras en las duchas y en las camas y no demoran en ponerle cámaras a las cámaras.

Por otra parte, los drones también sirven para meterse en las intimidades de las casas. Unas parejas de amigos que estaban inaugurando un jacuzzi en paños más que menores fueron pillados ‘infragantis’ y tuvieron que irse a esconder, dejando sobre las asoleadoras las pruebas del delito con las que fueron chantajeados miserablemente.

Ahora hay cámaras para monitorear a la gata desde Dubái, al marido que se quedó solo porque la esposa se fue para Roma a saludar al Papa y desde allá lo está viendo, al hijo adolescente para castigarlo porque se fumó un porrito, a los estudiantes que hacen chancucos y, al conductor que se saca los mocos y los pega detrás del timón de la Beeme.

Me contaron además que una señora muy enseñoreada por fin enterró a su ojialegre marido depositando su cuerpo en el panteón de la familia y ordenó colocar una cámara con vista al sepulcro para identificar a quien le llevaba lirios que resultó siendo su secretaria de toda la vida y también para monitorear sus salidas y entradas cuando decidía echarse una cana al aire el vida mía...

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