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Desbloqueame por favor

Creo que ya se cansó de ganar y ganar amasando una envidiable fortuna que no sabe que hacer con ella y le está cogiendo bronca a los grupos de tahures que frecuenta en donde extrañan su presencia, así los pele en dados y cartas cada vez que se sientan a esos menesteres.

7 de junio de 2021 Por: Mario Fernando Prado

Tengo un amigo de esos que son de buenas para el juego pero de malas para el amor, que me ha solicitado que le consiga una bruja o pitonisa o que se yo, para que le invierta lo que llama el malagradecido “su perra suerte” y lo vuelva de malas en el juego y de buenas en el amor.

Creo que ya se cansó de ganar y ganar amasando una envidiable fortuna que no sabe que hacer con ella y le está cogiendo bronca a los grupos de tahures que frecuenta en donde extrañan su presencia, así los pele en dados y cartas cada vez que se sientan a esos menesteres.

La razón no es otra que la profunda soledad en la que se mantiene. Sus tres esposas lo dejaron al igual que sus hijos que viven fuera, otras a las que llama “matahambre” que también se le aburrieron y solo le quedan aquellas vendedoras de besos y caricias cuyos honorarios se treparon y están por las cumbres y más para él que pide descuento en un peaje.

Últimamente ha optado el viejo Santi -perdón se me fue el nombre, que pena- por galantear niñas jóvenes que están empezando una vida laboral y que son juiciositas y sueñan con un príncipe azul así sea blanco, negro, amarillo o rucio.

Él ha querido y por obvias razones, disimular su chequera y el vicio del cual ha sido un esclavo, pero como dicen por ahí, es más fácil esconder una tos crónica que un embilletamiento en primer grado y no solo terminan aburridas y hastiadas sino que lo mandan a freír espárragos luego de haber recibido toda suerte de regalos incluyendo los últimos celulares en los que su nombre está de primerito y que le sirven para controlar todas sus llamadas y mensajes con un programa que además, le monitorea el lugar exacto en el que se encuentran.

Es así y para librarse de semejante pesadilla, le bloquean sus números celulares y el pobre pierde contacto con ellas, situación que se ha repetido con sus tres últimos “proyectos” que lo dejaron viendo un chispero.

Ajeno yo a esta situación, mi amigo me llamó en día pasado y me expresó totalmente exasperado, que no se aguantaba más los bloqueos, que eran una humillación, que no tenían razón de ser y que esta situación lo tenía al borde de una crisis existencial.

Como yo estaba pensando en los otros bloqueos, le expresé mis opiniones haciendo referencia a los lineamientos trazados por el Presidente y sus ordenes perentorias de levantar estas acciones ilegales utilizando la fuerza si fuere necesario, abogando por la libertad de movilización pero también por mantener un clima de paz y no violencia.

Creo que me extendí demasiado en mis argumentos porque el bloqueado, al no entender mi catilinaria optó por decirme que yo estaba loco, que la pandemia me había rayado el cerebro, que el encierro me había dejado tocado, que se sentía decepcionado de haber recurrido a mi y que lo único que el quería era que le diera una luz para que lo desbloquearan y que yo le había metido derechos humanos, indígenas, Esmad, gases lacrimógenos, papas bombas y hasta cocteles molotov y que en represalia me iba a bloquear a mi para que nunca jamás lo volviera a llamar hasta el fin de sus días.

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