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De la rumba a la tumba

Lo sucedido en Cali el pasado fin de semana es muestra de la falta de autodisciplina de un sector muy grande de conciudadanos que están atentando no solo contra sus propias vidas sino contra las de quienes les rodean.

10 de agosto de 2020 Por: Mario Fernando Prado

Lo sucedido en Cali el pasado fin de semana es muestra de la falta de autodisciplina de un sector muy grande de conciudadanos que están atentando no solo contra sus propias vidas sino contra las de quienes les rodean.

Y después, cuando ya están infectados por su propia irresponsabilidad acuden a los hospitales a exigir, y de qué manera, que les salven la vida, a veces desplazando a personas que han sido cuidadosas y que se merecen más ser atendidas en las poquísimas Unidades de Cuidados Intensivos, que no demorarán en colapsar.

Diecisiete personas se movilizaban en una limusina -tres adultos y catorce mozalbetes- violando todas las prohibiciones ampliamente divulgadas. ¿Qué diablos estaban haciendo? “No pues aquí de rumba”, contestaron antes de ser conducidos a la estación de policía más cercana.

Por otra parte, más de doscientas personas cerraron una cuadra para concurrir a un velorio en el barrio Manuela Beltrán, quienes al ser reprendidos se retiraron de manera voluntaria. Y como dato curioso, en este mismo barrio se intervino otro velorio en el que participaban más de cien ‘deudos’, a los cuáles en medio de los rezos y cánticos litúrgicos se les hizo una pedagogía acerca de las medidas que deben ser practicadas para evitar la propagación del virus.

Sin embargo, y en otro velorio, esta vez en el sector de Laureano Gómez, los asistentes agredieron violentamente a los uniformados con piedras y ladrillos, mientras el fallecido contemplaba impotente semejante garrotera.

Y ahí no para el despelote: en este mismo fin de semana se conoció la realización de 165 rumbas callejeras y 387 fiestas en distintas viviendas, expidiéndose 550 comparendos por parte de la autoridad.

Aquí hay que resaltar la labor que viene desarrollando el muy eficiente y comprometido secretario de Convivencia y Seguridad, Carlos Alberto Rojas, quien con un equipo idóneo y con la colaboración de la Policía, están tratando de hacer que las ovejas negras tomen conciencia de usar el tapabocas, lavarse las manos permanentemente, mantener un distanciamiento de dos metros y no dar papaya.

Las jornadas didácticas que se han realizado y se siguen y se seguirán haciendo tienen que concientizar a tanto suicida y asesino en potencia, que creen que la cosa no es con ellos y desafían la pandemia.

Así la cosas, es muy difícil aplanar la curva que llaman y no esperar a que el pico de la pandemia vaticinado para este fin de mes se dispare de manera incontrolable y tengamos una oleada de muertos peor que la que soportó Guayaquil en su momento.

Y como esta columna resultó de página roja, rematémosla con otra perla judicial del pasado fin de semana: el conductor de un vehículo, que transportaba encaletados mil ciento veinticinco millones de pesos en 45 paquetes, fue detenido en el peaje de La Uribe. ¿De quién eran y para dónde iban? Vaya usted a saber.

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Posdata: Y a propósito de muertos, ¿hubo más en la explosión del 7 de agosto de hace 64 años en Cali, que en la ocurrida en Beirut hace pocos días?

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