De agendas y calendarios

Habría entonces que parodiar, ¿bendito seas modernismo así nos mates las costumbres y los recuerdos?

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3 de ene de 2022, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 11:30 a. m.

Hasta hace unos pocos años uno recibía docenas de agendas y calendarios. Tantas y tantos que se daba el lujo de darles distintos usos para unas cosas y para otras e incluso para hacerles regalos a parientes y amigos.

Las agendas venían de todos los colores y sabores y algunas hasta contramarcadas con letras doradas -qué honor y qué pinche- y entre las empresas existía incluso una competencia a ver cuál se lucía más en tamaño, calidad y contenido porque no pocas agregaban a más del santoral, las fases de la luna, tablas de multiplicar, efemérides importantes, frases célebres y todo lo habido y por haber.

Les cuento que entre mis chocheras, que no son pocas, conservo las agendas que me han acompañado día tras día durante más de cincuenta años -qué viejera- y tengo prohibido que las echen a la basura porque ocupan un lugar preferencial en el baúl de mis recuerdos. Es la historia de una vida, suelo decir cuando pretenden desaparecerlas. ¿Qué de qué me servirán? No sé ni me importa, pero no me las pueden tocar.

El hecho es que si quiero saber qué diablos estaba haciendo el 6 de mayo del año 1975 a las diez de la mañana, seguramente allí aparecerá con mi puño y letra anotado para una inútil posteridad. Pero bueno, cada loco con su tema y punto.

Sin embargo, la recepción de agendas ha disminuido trágicamente y como me cansé de esperarlas, los 2 de enero voy a La Nacional y le pido a Aura Bustamante que me consiga a como dé lugar semejante tesoro, que debe tener el mismo tamaño de las que colecciono desde hace cinco décadas y que sigo llenando con minuciosa fruición.

Sí, ya sé que ahora mandan las agendas electrónicas en el celular que te recuerdan días, fechas y horas de las citas y compromisos e incluso con piticos de alerta y hasta voces que te hablan de ello. “Recuerde cita donde el urólogo el doctor Manotas el viernes entrante” -desde el lunes- y todos esos días dele que suene con el macabro estribillo que lo ponen a uno al borde de un estado de nervios.

Capítulo aparte merece la escasez de calendarios de mesa que antes uno recibía a tutiplén y que servían para ‘encalendarizar’ todos los escritorios de la oficina y traían diseños de lo más pispos, reservándose los más atractivos. Pues bien, también se han ido acabando y tan solo llegan, entre otros el de Meléndez, Imbanaco, Comfenalco, Luis Hernando Franco y unos pocos más, que aprovecho para agradecerlos.

Y en materia de calendarios de pared, allí sí es peor la cosa y solo subsiste el de Propal -porfa no lo vayan a acabar que es bellísimo y único en Colombia- y uno que otro que no recuerdo en este instante, añorando sí el de Corgil que con láminas de automóviles y camionetas de gringolandia de los 40, 50 y 60, religiosamente me hacía llegar Luis Eduardo Correa, el gran visionario de la importación de tractomulas Keenworth y autopartes para vehículos y que ya no volvió a obsequiar entre sus clientes y amigos. Ah falta que me hacen esas imágenes.

Habría entonces que parodiar, ¿bendito seas modernismo así nos mates las costumbres y los recuerdos?

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PD. Dilian será la próxima alcaldesa de Cali o repetirá gobernación.

Administrador de Empresas, Abogado y periodista por vocación. Director y fundador de MF Publicidad Mercadeo Limitada, al igual que de los programas Mario Fernando Piano y Oye Cali. Galardonado en dos oportunidades con el premio Simón Bolívar de periodismo. Escribe para El País hace más de 40 años.

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