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Aquí, piques; allá, Fórmula 1

Ya los paisas nos estaban cogiendo la delantera y ello originó que hasta quisieron extraditarme a la capital de la montaña proponiendo incluso que me declararan persona no grata en mi propia tierra.

24 de enero de 2022 Por: Mario Fernando Prado

Un poco de historia: hace unos treinta y pico de años se me ocurrió la frase ‘Nos unimos o nos hundimos’, la cual pretendía que se volviera una consigna ante la desde entonces desunión que ya nos empezaba a caracterizar y que a mi modesto juicio ha sido la madre de todos nuestros males.

Poca receptividad tuvo esta iniciativa, excepción hecha por la Cámara de Comercio, cuyo presidente por aquel entonces Julián Domínguez se metió la mano al dril y pagó unas calcomanías que no dieron un brinco y que se agotaron rápidamente.

Inútilmente toqué otras puertas de los sectores público y privado sin ningún interés distinto a que se volviera una campaña cívica de las que tanto gustaron al alcalde Rodrigo Escobar Navia. Pero no hubo respuesta positiva aquí, aunque en Medellín y gracias a mi colega Humberto López López, colocaron pancartas y vallas y publicaron avisos de prensa y emitieron cuñas radiales y más y más calcomanías.

Fue así como me interesó el fenómeno paisa y tras algunas visitas a la capital antioqueña escribí alguna columna en la que afirmé que ese decir de que Cali era la segunda ciudad de Colombia era pura paja. Ya los paisas nos estaban cogiendo la delantera y ello originó que hasta quisieron extraditarme a la capital de la montaña proponiendo incluso que me declararan persona no grata en mi propia tierra.

Pasaron los años y el tiempo me dio la razón: nos quedamos muy cómodos como la tercera ciudad del país, superados con creces por ‘Medallo’ cuya visita nos produce una inocultable y justificada envidia.

Siguió pasando el tiempo y hace como un año largo comencé a enterarme de lo que estaba sucediendo con Barranquilla, y observé que gracias a unas buenas administraciones y un espíritu de unión de los costeños, la puerta de oro del Caribe estaba dando de qué hablar. Así que me fui para allá unos días y comprobé que el desarrollo de la capital del Atlántico era inatajable.

Ello motivó otro siririsazo, esta vez diciendo que ya no éramos la tercera ciudad de Colombia sino la cuarta. De nuevo me hicieron trizas y recibí tremendo vaciadón de un querido líder que me envió a freír espárragos y me pegó tremendo regaño casi que con coscorrón incluido por ser anticaleño y de no creer en mi tierra (y hasta me dijeron que estaba cambiando a los paisarretes por los corronchos).

Traigo lo anterior a colación porque mientras aquí seguimos padeciendo problemas y más problemas, uno de ellos y quizás el menos importante son los piques de las motos bajando del Kilómetro 18 a altas horas de la noche y que ya ocasionaron tremendo choque del cual nada se supo, allá en Barranquilla y casi al unísono, el alcalde Pumarejo ha propuesto que su ciudad sea sede de una de las competencias de la Fórmula 1, lo que catapultaría a su ciudad al más impresionante evento mundial llamado a partir en dos la historia del turismo en nuestra atribulada Colombia.

¿Qué va entonces de los piques a la Fórmula 1? Yo diría que poco o mucho depende del cristal con que se mire, pero es que me picaba la lengua y no pude separar una cosa de la otra.

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