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Alumbrado: pan y circo

Preferible una Cali con sus luces completas, que una Cali alumbrada con falsas candilejas, cargando la cruz de un despilfarro que hasta cierto punto es irresponsable.

12 de diciembre de 2022 Por: Mario Fernando Prado

Yo no sé ni cuándo ni por qué se institucionalizó el alumbrado navideño, no solo en nuestra ciudad, sino en muchas de Colombia y el resto del mundo.

Que esto sea una necesidad prioritaria, está por verse. Aunque las gentes requieren de este tipo de espectáculos para la ‘miranda’ que nos introduce en el espíritu navideño.

Gastar tantos miles de millones de pesos -a veces mal destinados-, deja cierto tufillo de duda frente a las urgencias que padece Cali en estos momentos, que perfectamente podrían medio aliviarse con estas millonadas que duran si mucho un mes y de nuevo volvemos a quedar en las tinieblas de la desesperanza, pero más endeudados y con la moral en el piso.

Preferible una Cali con sus luces completas, que una Cali alumbrada con falsas candilejas, cargando la cruz de un despilfarro que hasta cierto punto es irresponsable.

Mejor, por ejemplo, iluminar las calles y los parques sumidos en la oscuridad total.

Mejor, por ejemplo, reparar algunas de esas vías intransitables.

Mejor por ejemplo destinar más recursos para la que la Feria no termine con déficit y pueda pagarles cumplidamente a los artistas.

Yo creo que no estamos para estos gastos suntuarios que tratan de maquillar la dolorosa situación de muchos caleños que no tienen con qué pagar sus impuestos y que los van a ejecutar por haberse atrasado en las cuotas de unas megaobras que no se hicieron -ni se van a hacer-.

Pareciera que estuviéramos en una competencia a ver quién pone más bombillos y quién gasta más energía tratando de emular, como por ejemplo a Medellín, que nos lleva años luz.

Opino que, sin acabar de tajo con el alumbrado navideño, bien se podría hacer algo más económico y no por ello menos creativo, concentrándolo en puntos claves de la ciudad teniendo en cuenta que el que mucho abarca poco aprieta.

Sé que se me vendrán encima por aguafiestas, pero es que el palo no está para cucharas. La sola posibilidad de que el MÍO suspenda operaciones en este mes y queden 250 mil pasajeros sin transporte es una verdadera catástrofe social por lo que debería declararse una emergencia económica suspendiéndose obras innecesarias y creando un gran fondo para impedir el naufragio de lo que Diego Martínez llamó el Titanic caleño.

Tenemos que darnos la pela y dejar de vivir de las fantasías. Que los que tienen billete se lo tiren como les dé la gana y hasta que lo repartan. Pero los que no tienen en qué caerse muertos, los que no comen sino una vez al día, les juro que prefieren un tamal trasnochado a unas lucecitas que hablan de una alegría que no existe.

Lo del pan y circo ha sido costumbre, pero yo pregunto si estamos es iluminando momentáneamente los corazones o estamos es alumbrando la miseria y el hambre que pulula en nuestras calles encendidas de oscuridad.

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