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Agüita pa’ los invasores

Pues sucede que estos invasores -muchos de ellos ubicados suicidamente en unas zonas de alto riesgo- mediante una acción popular reclamaron el derecho a las aguas de El Saladito.

12 de noviembre de 2018 Por: Mario Fernando Prado

El corregimiento de El Saladito está poblado por no más de 123 viviendas y unas 600 personas que gozan de servicios públicos y constituyen una comunidad de familias trabajadoras, gentes de bien, niños que estudian en el colegio cercano y llevan una vida honorable.
Con muchas dificultades, disfrutan por ejemplo de un acueducto, construido en su mayoría por ellos mismos con su respectiva red de distribución, lo cual les hace dueños de este servicio que manejan celosamente habida la dificultad para conseguir el precioso líquido que es bien escaso en la región.

Pero sucede que el agua del corregimiento está seriamente amenazada por una sentencia judicial que ha ordenado al Estado darle agua a una invasión totalmente ilegal, que se ha asentado en la llamada Loma de Quintero y que en el momento se trata de 47 lotes, pero que está creciendo -como diría el poeta- como crecen las sombras cuando el sol declina.

Pues sucede que estos invasores -muchos de ellos ubicados suicidamente en unas zonas de alto riesgo- mediante una acción popular reclamaron el derecho a las aguas de El Saladito y como era de esperarse, perdieron en sus pretensiones .

Sin embargo, apelaron tal decisión y de manera ilógica y hasta sospechosa, ganaron en segunda instancia y están reclamando ser usuarios de la red que construyó la comunidad -en una absurda determinación que riñe con los principios del respeto a la propiedad privada- que supuestamente va a tener que darle su agua a unos invasores actuales y los que están llegando, sin que el Estado haga lo que corresponde para evitar tales asentamientos, que están casi todos en una reserva forestal que debería proteger como ordena la ley.

Se habla de padrinazgos políticos que hacen intocables a estos delincuentes -porque no se les puede llamar de otra manera-. Se dice que detrás están las mafias de las invasiones que se salieron de madre y que no contentas con adueñarse hasta de las bermas de la vía al mar -haciendo imposible una ampliación porque cuestan más las ‘indemnizaciones’ (¿Cómo les parece?) que las obras civiles- ahora están colonizando las montañas y deforestándolas irresponsablemente, todo esto, ante los entes de control que viven ocupados supuestamente en otros menesteres.

Un morador saladitense le dijo a Sirirí que van a defender su derecho al agua por las buenas -porque, repito, son personas pacíficas- o por las malas, porque se no van a dejar robar el preciado líquido que les pertenece y que tanto sudor les ha costado conseguir.

Ahí tiene la administración municipal un chicharrón que debe solucionar antes de que se agraven las cosas, incluyendo bloqueo de la vía, quema de viviendas y -ojalá no- el muerto que hay que poner para que les paren bolas, porque de una cosa debemos estar seguros: que el agua de El Saladito no alcanza para más gente y que la van a defender a sangre y fuego.

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