Lo que va de Claudia López a Duque
El discurso de posesión de la alcaldesa de Bogotá Claudia López en el parque Simón Bolívar, me llamó especialmente la atención en un punto: su capacidad de reconocer la nueva realidad de un país moviéndose.
El discurso de posesión de la alcaldesa de Bogotá Claudia López en el parque Simón Bolívar, me llamó especialmente la atención en un punto: su capacidad de reconocer la nueva realidad de un país moviéndose. Contrasta con la reacción del presidente Duque a las multitudinarias marchas al final del 2019, quien ha tomado el camino tan fácil como peligroso de intentar tapar el sol con las manos y minimizar los hechos.
Las declaraciones de su encargado para las negociaciones, el secretario general Diego Molano, reafirman la visión defensiva que tienen en la Casa de Nariño que se reduce a una cuantificación de los marchantes y compararlos con los votos que le dieron la presidencia. Gran miopía y torpeza política. Es no entender las marchas, diversas y creativas, en su mayoría pacíficas, como una expresión ciudadana que cualquier líder tiene la obligación de comprender, interpretar y transformar en acciones que le signifiquen a la sociedad una oportunidad para avanzar.
Retomo apartes del extenso discurso que leyó la alcaldesa, pertinentes para mostrar lo que va de Claudia López a Duque en este punto: “El gobierno que hoy empezamos es, por encima de todas las cosas, un gobierno de coalición ciudadana. Hoy llega la ciudadanía a la Alcaldía Mayor de Bogotá. Hoy no solo hacemos eco sino que somos parte de las mayorías ciudadanas que se han tomado las calles con las demandas y aspiraciones apenas elementales y plenamente legítimas de los jóvenes, de las mujeres, de los movimientos cívicos, de los grupos étnicos, de quienes reivindican la diversidad sexual y la igualdad no sólo ante la Ley sino ante la vida, de los movimientos ambientalistas y animalistas; de las cientos de miles de personas que han salido espontáneamente a las calles a expresarse al ritmo de las cacerolas, más allá de los partidos y caudillos políticos. Hoy llega al gobierno, esa ciudadanía.
Esta ciudad nos está hablando. Cada calle, cada plaza y cada parque habla, canta, se mueve para demandar la ciudad y el país que sueña y se merece la ciudadanía del Siglo XXI. (…) Una nueva generación ha salido a la calle a pedir a gritos que no los dejemos estancados en los mismos debates y protagonistas del pasado, que les soltemos esas amarras y les demos las oportunidades y capacidades para participar en la vida pública y política, en el desarrollo económico y sostenible que demanda el Siglo XXI. (…)Nuestra tarea será facilitar esta expresión y la canalización de esos sueños en realidades y oportunidades, con todas las garantías y, por supuesto, tomando atenta nota de las demandas de cambio que nos competen como gobierno y administración de la ciudad.
Soy plenamente consciente de que ese anhelo de cambio es continuo y le pertenece a la ciudadanía, no a los gobiernos. Soy plenamente consciente de que gané en una ciudad, y hoy, apenas unos meses después, me posesiono en otra, y que cada día tendré el desafío de saber interpretar a mi ciudad para gobernarla bien”.
La diferencia es abismal. Duque y su gobierno le apuestan torpemente al adormecimiento de la protesta por las vacaciones, pero la sorpresa será mayúscula con el despertar del 2020. Más les valdría no temerle a la ciudadanía sino encontrar en ésta una fuente de inspiración para dar un salto cualitativo hacia adelante y de paso sacudirse la parálisis y la bobada.
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