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El pantano del Cauca

Es una vieja historia, tan vieja como el intento inútil para muchos por entender qué pasa con el Cauca. El bloqueo de la carretera Panamericana de forma repetida, de gobierno en gobierno, que...

21 de marzo de 2019 Por: María Elvira Bonilla

Es una vieja historia, tan vieja como el intento inútil para muchos por entender qué pasa con el Cauca. El bloqueo de la carretera Panamericana de forma repetida, de gobierno en gobierno, que pareciera ser el único medio, desesperado, que tienen los indígenas para forzar negociaciones que nunca les cumplen, a través de las vías de hecho.

Son décadas de soluciones aplazadas, los mismos reclamos que se llevó en su bolsillo hace veinte años en un papel escrito a mano alzada el hoy fiscal Néstor Humberto Martínez, cuando en su calidad de ministro del interior de Ernesto Samper lideró el primer acuerdo, posterior a la Constitución del 91, que la dirigencia del Cric conserva como reliquia y testimonio del rosario de incumplimientos.

Le escuché a comienzos de la semana al presidente Duque decir de viva voz que no había motivo de protesta porque en el Plan de Desarrollo, se destinaban $ 10 billones para los pueblos indígenas. La versión de los 9 consejeros del Cric es otra. No solo creen que el abultado rubro presupuestal es un saludo a la bandera que aún no forma parte integral del Plan sino que no incluye recursos frescos y es un dinero comprometido con anterioridad para atender educación y salud de los regímenes especiales que tienen los pueblos indígenas. Su petición es de $ 3,2 billones para ser administrados por el Cric que incluye compra de tierras que están en resguardos; una pretensión inalcanzable fiscalmente para el gobierno.

Un antecedente marca la desconfianza con el que arranca el diálogo en Caldono que difícilmente llegará a buen puerto. En octubre del año pasado los ministros de Salud, Vivienda, Educación y Salud -Carrasquilla, Malagón, Ángulo y Uribe, a través de una carta enviada a la Cámara de Representantes- retiraron soterradamente el proyecto de ley 57 de 2018, radicado una semana antes de concluir el gobierno Santos, con el que se incrementaba al doble -de 0,5% al 1%- la participación de los resguardos en el Sistema General de Participaciones –SGP-. Los indígenas consideran que el gobierno les puso conejo desde el mismo arranque y por eso quieren ver a Duque cara a cara.

No es posible que se esté nuevamente frente al mismo escenario repetido durante seis gobiernos en el que sea desde Bogotá donde se tomen las decisiones. Funcionarios de turno ajenos que aterrizan afanosamente a atender una realidad que desconocen. Una realidad compleja formada de culturas diversas, multiétnicas, campesinos, indígenas y afros; con propiedades rurales tradicionales que siguen sin acoplarse a las nuevas dinámicas económicas; pobreza inocultable en medio de un mar de coca y del coctel de guerrillas, paras, disidencias, con una dirigencia política incompetente, atrapada en el clientelismo y la corrupción, con alcaldes y gobernadores sepultados judicialmente.

Los caucanos tienen la oportunidad de romper el círculo vicioso de las demandas reiteradas para construir un diálogo con altura que empieza por mirarse internamente a la cara, romper las brechas para superar la fractura existente para proponer soluciones alrededor de propósitos comunes y dejar atrás la postura mendicante frente al poder central que no hace otra cosa que enterrar ese talante que hace, ya tiempo, los llevó tan lejos.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla