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La multiplicación de las penas

¿Hasta dónde puede llegar la ley de Murphy en Venezuela, aquella que reza que “una situación por mala que sea es susceptible de empeorar”?

21 de marzo de 2017 Por: Marcos Peckel

¿Hasta dónde puede llegar la ley de Murphy en Venezuela, aquella que reza que “una situación por mala que sea es susceptible de empeorar”? Al bravo pueblo le roban su esperanza, día tras día, minuto tras minuto y lo único que se vislumbra es un largo y negro túnel sin luz al final. El vocabulario se queda corto para describir la catástrofe que azota al país y a sus atribulados habitantes víctimas de una caterva despótica, inepta y corrompida que se adueñó de la República Bolivariana.

La última medida del gobierno de Maduro, la expropiación de las panaderías equivale a suministrarle al paciente la misma medicina que una y otra vez ha empeorado su estado, quizás maquiavélicamente para sumir al pueblo en el hambre, tal como lo menciona la Cepal en un informe reciente, succionándole así su energía, sedándolo, para que no proteste. Del “exprópiese” en “exprópiese” que vociferaba Chávez no quedan sino las ruinas del aparato productivo venezolano al cual se agregan ahora los panaderos quienes de por sí ya no tenían harina con que trabajar.

Este es el último capítulo, vendrán más, de lo que comenzó con la escases de todo: papel toilet, harina, azúcar, aceite, pasta dental, jabón y un largo etcétera, las interminables colas para comprar productos básicos que no hay, el colapso del valor del Bolívar y del ‘Bolívar fuerte’, el estancamiento en la producción petrolera, la importación de gasolina, la salida de las aerolíneas internacionales por falta de pago, el retiro con voltereta y doble voltereta del billete de 100 bolívares, la carencia de papel para pasaportes y otros documentos, la ‘llegada triunfal’ de billetes llenos de ceros a los que pronto habrá que agregarles más y la letal inexistencia de medicinas básicas y de medicamentos para enfermedades graves.

En lo que Maduro sí ha mostrado, hasta ahora, gran aptitud es para sobrevivir en semejante lodazal en que convirtió a Venezuela. La oposición cada vez más arrinconada y dividida ha hecho lo que ha podido, sin embargo de la euforia del año anterior con el llamado al referendo revocatorio que contaba con importante apoyo ha pasado a la postración en la que se encuentra actualmente, sin plan a corto plazo, fragmentada, sin brújula y con un cuestionable futuro. El horizonte a 2018 cuando Maduro culmina su periodo luce sombrío y la en su momento impensable posibilidad que Maduro fuera reelegido aparece ahora como probable. La ley de Murphy.

Perverso ha sido el rol de la comunidad internacional en la catástrofe venezolana. La mediación de El Vaticano acabó de dividir a la oposición y le quitó el viento de cola al revocatorio. Los nefastos designios de Zapatero y Samper supuestos mediadores, en realidad cómplices del régimen, lo arroparon de legitimidad y los países de Suramérica paralizados en un trasnochado principio de ‘no intervención’ fungen de espectadores en ese coliseo romano donde los leones chavistas se tragan al pueblo venezolano. Sólo sobresale por su valentía y apego a los principios democráticos el secretario general de la OEA, Luis Almagro, ‘lobo solitario’ en la cruzada por acabar con la horrible noche patriota. Los medios independientes ya no existen en Venezuela y es tal la confianza que tiene Maduro en su renacida infalibilidad que se dio el lujo de echar a CNN sin que nadie en ninguna parte dijera nada.
Por lo tanto parece que el destino de Venezuela no es otro que la multiplicación de las penas pues panes no hay.

Sigue en Twitter @marcospeckel