El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

La guerra del Hiyab

Innumerables mujeres son rutinariamente interceptadas en las calles y plazas del país por la ‘Policía Moral’ subidas a camionetas sin vidrios, humilladas, maltratadas y transportadas a centros de reeducación,...

27 de septiembre de 2022 Por: Marcos Peckel

No derrocarán a la brutal tiranía teocrática que gobierna el país, pero las protestas de las mujeres en Irán están dejando marca, exponiendo, no es que hiciera falta, el talante machista, discriminatorio y despótico de la República Islámica. Una pañoleta que por ley deben ponerse las mujeres después de cumplir entre 9 y 11 años, para cubrir la cabellera, se ha convertido en el símbolo de las manifestaciones que se han propagado por todo el país, tras el asesinato a golpes de la joven kurda Mahsa Amini por la ‘Policía Moral’, por dejar al descubierto unos cuantos cabellos en su frente.

El régimen iraní sabe muy bien cómo responder a las protestas populares que ha tenido que enfrentar en las últimas décadas: con represión y bala. Así lo hicieron en el 2009 tras el fraude electoral que validó la reelección de Mahmud Ahmadinejad y en 2019 frente las protestas por el aumento de los precios de los combustibles, las cuales dejaron centenares de muertos en las calles. Esa misma receta la están usando contra las mujeres que actualmente luchan por la libertad de vestirse como bien les parezca. Decenas han muerto víctimas de la policía y los Basij, agrupación paramilitar que responde al líder supremo y centenares han sido arrestadas y torturadas. La misma periodista que destapó en las redes sociales la muerte de Amini fue arrestada y encarcelada incomunicada. Adicionalmente fiel a su naturaleza, el régimen ha bloqueado el acceso a internet en todo el país.

Innumerables mujeres son rutinariamente interceptadas en las calles y plazas del país por la ‘Policía Moral’ subidas a camionetas sin vidrios, humilladas, maltratadas y transportadas a centros de reeducación, cumpliendo con el artículo 638 del código penal que trata sobre el Hiyab Islámico. Este estipula una pena de latigazos, cárcel o multa a quienes incumplan con el uso apropiado de la prenda, exclusiva de las mujeres. La aplicación de esta ley ha sido en algunos periodos más laxa, pero no ahora con el radical Ebrahim Raisi, en la presidencia de la Republica.
La protesta contra el uso obligatorio del Hiyab es solo la punta del iceberg en un país regido por ancianos teócratas hombres, en el que las mujeres son ciudadanas de segunda. A las redes sociales han subido gran cantidad de videos en los que se muestran golpizas a mujeres por parte de policías en diversos lugares del país. Igualmente aparecen imágenes de desafiantes y valientes mujeres jóvenes bailando al son de la música frente a las autoridades, encendiendo hogueras en las que queman su hiyab.

Las protestas han crecido y los manifestantes, hombres y mujeres, además de rechazar los códigos de vestimenta, exigen libertad, condenan el manejo que el régimen le dio a la pandemia y denuncian la rampante corrupción de las elites teocráticas gobernantes.

La república islámica ha sido cómplice del genocidio en Siria y con su testaferro Hezbollah impide que Líbano salga de la profunda crisis que tiene sumido al país en la completa inopia. Su presidente, Ebrahim Raisi pertenece al ala más radical del clero gobernante, fue presidente de la corte suprema de justicia, a finales de los años 80, siguiendo órdenes del entonces líder supremo el Ayatola Khomeini, supervisó la ejecución sumaria de miles de prisioneros miembros de organizaciones opositoras y ha ordenado mano dura contra las protestas actuales. Raisi suena como posible sucesor del actual líder supremo, Ali Khamenei, quien a sus 83 años sufre, según varios informes, de una frágil salud. Pareciera que la horrible noche, especialmente para las mujeres, no cesará pronto en Irán.