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El orden de los factores

Connotados analistas y académicos andan por estos días diciendo que fracasó el ‘cerco diplomático’ que le impuso el grupo de Lima a Maduro y que fracasaron las amenazas y sanciones de Estados Unidos.

28 de mayo de 2019 Por: Marcos Peckel

Connotados analistas y académicos andan por estos días diciendo que fracasó el ‘cerco diplomático’ que le impuso el grupo de Lima a Maduro y que fracasaron las amenazas y sanciones de Estados Unidos. Se regodean con la negociación que esta comenzando en Oslo entre el régimen y la oposición, que ‘ese era el camino’ que había que haber apoyado desde el comienzo.

Bla, bla. La verdad monda y lironda, la única, la verdadera, es que gracias al cerco diplomático y la incisiva posición de Estados Unidos, es que Maduro, con la espalda contra la pared y el gaznate apretado por las circunstancias decide ir a Oslo. Nadie en su sano juicio, por más pergaminos que ostente, puede pensar que Maduro se levantó un día y presa de la culpa por haber arrasado con su país y su gente, decidió negociar con la oposición. En este caso contrariando las leyes de las matemáticas, el orden de los factores sí altera el producto. Primero el cerco, luego la negociación.

Los noruegos cuya ejecutoria en negociaciones de paz es más bien precaria, a pesar de la fama que los precede, recogen la cosecha del cerco diplomático. Es de esperar que no la echen a perder, que no antepongan sus propios intereses a los de Venezuela, ni que con el ‘grupo de contacto’, le monten una encerrona a la oposición obligándola a jugar con las reglas de Maduro.

Las declaraciones que han dado el canciller Arreaza y el mismo Maduro no dejan lugar a un ápice de optimismo. Maduro llama a nuevas elecciones para la Asamblea Nacional, que quedó en manos de la oposición tras las elecciones en 2016 y que desde entonces él ha castrado con la ayuda del Tribunal Supremo de Justicia, testaferro del régimen y la Sebin, policía política, encarcelando a varios de sus miembros. Arreaza por su lado afirma que la salida de Maduro no está sobre la mesa.

El cerco diplomático tenía que desembocar en una negociación en algún momento, aunque la experiencia de previos procesos de negociación deja todo que desear, ha sido para el régimen un ejercicio en ganar tiempo, dividir a la oposición y enfriar la calle.

El único resultado aceptable de este proceso de negociación noruego es el fin del chavismo, nada menos, por el camino que sea. Si como resultado de Oslo se convocan nuevas elecciones para todos los cuerpos colegiados, presidencia y asamblea, bajo supervisión internacional de organismos con legitimidad, se desmontan el Tribunal Supremo de Justicia del señor Maikel Moreno y el Consejo Nacional Electoral de la señora Tibisay Lucena, se reconfiguran los distritos electorales, se libera a todos los presos políticos, se permite el regreso de los exiliados, se garantiza la participación de todos los candidatos y partidos y se facilita la participación del pueblo en los comicios sin temor a que por su voto los echen de su puesto, Oslo habrá triunfado. Menos que esto constituye un sainete trágico para el bravo pueblo.

Este resultado solo es posible si sigue cerrándose el cerco, si no se le abren hendijas a Maduro para salir. Los más de 50 países que han reconocido a Juan Guaidó deben hacer valer ese reconocimiento, no pueden ni por un minuto relajar las sanciones, por el contrario tener listo el siguiente paquete, pues si algo se ha aprendido en estos tumultuosos y calamitosos años es que en el chavismo no se puede confiar.

Sigue en Twitter @marcospeckel