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El Golán

Pocos habían oído del Golán hasta hace unos días cuando Donald Trump, con la pompa que lo caracteriza cuando firma documentos de alta atracción mediática, reconoció la soberanía israelí sobre esa meseta...

2 de abril de 2019 Por: Marcos Peckel

Pocos habían oído del Golán hasta hace unos días cuando Donald Trump, con la pompa que lo caracteriza cuando firma documentos de alta atracción mediática, reconoció la soberanía israelí sobre esa meseta enclavada entre cuatro países o tres si Siria aún se puede considerar como tal. Israel, Líbano, Jordania y lo que queda de Siria limitan con esta bucólica y verde altiplanicie cuyo límite suroccidental es el Lago de Libertades, sobre cuyas aguas caminó Jesús de Nazaret y que constituía la principal fuente de agua para Israel, antes que el sediento Estado desarrollara las más sofisticadas plantas desalinizadoras del planeta.

Desde la meseta del Golán se divisa hacia el norte la capital Siria y hacia el occidente la Galilea israelí cuyas poblaciones fueron entre 1948 y 1967 blanco de ataques de artillería del ejército sirio. Desde el punto de vista militar, el Golán es un territorio estratégico de la mayor importancia.

El 5 de junio de 1967 ante la inminencia de un ataque sorpresa por parte de los ejércitos de Egipto y Siria, y debido a la precariedad territorial, vulnerabilidad estratégica e instinto de supervivencia, Israel lanzó un ataque relámpago dando comienzo a la guerra que concluirá seis días mas tarde con la ocupación por parte de las fuerzas armadas de Israel de la meseta del Golán, la península del Sinaí, Gaza y Cisjordania. En 1973 Siria y Egipto buscaron infructuosamente recuperar sus territorios atacando al Estado judío en el día de Yom Kipur, el más sagrado del calendario hebreo.

De ahí en adelante Egipto y Siria siguieron caminos diferentes. Hace 40 años Egipto recuperó la totalidad de la península del Sinaí tras haber escogido el camino de la paz con Israel, reconocer al Estado judío e intercambiar embajadas. Entre Damasco y Jerusalem hubo por lo menos tres intentos frustrados de llegar a un acuerdo bajo los mismos parámetros. El último acercamiento se dio en 2010 mediado por la administración Obama, meses antes que el apocalipsis cayera sobre Siria.

La resolución 242 del Consejo de Seguridad de noviembre 22 de 1967 emitida tras la guerra de los seis días, que sirvió de base a los acuerdos de paz que Israel firmó con Egipto y Jordania y a los acuerdos de Oslo con los palestinos, establece claramente el principio de ‘tierras por paz’. Israel debe devolver ‘territorios ocupados en el reciente conflicto’, a cambio de reconocimiento a la soberanía e integridad territorial y fronteras seguras. De ninguna manera esta resolución, la mas importante en referencia al conflicto árabe-israelí, establece una retirada incondicional de Israel, sólo a cambio de paz y seguridad.

La decisión de Trump más allá de algo de ruido no tendrá mayores consecuencias prácticas. Siria es un Estado gobernado por un genocida que apenas controla parte del territorio con la ayuda de tropas rusas, iraníes y de Hezbollah. Un tercio del territorio lo controlan fuerzas kurdo-árabes aliadas de Estados Unidos. A la luz de las atrocidades acaecidas en Siria, especialmente con las minorías, surge la pregunta: ¿cuál hubiera sido el destino de los drusos, población nativa del Golán, si este hubiera revertido a manos de Assad antes de la guerra?

Algún día quizás, si Siria vuelve a ser Siria, si emerge de las cenizas un gobierno pacífico, legítimo, respetuoso de los derechos de sus propios ciudadanos y que busque la paz con sus vecinos, se podrá volver a intentar una negociación de paz con Israel. Entre tanto lo mejor y único bueno para el Golán y su gente es seguir bajo jurisdicción de Israel.

Sigue en Twitter @marcospeckel