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Armenios, otomanos y turcos

Armenia fue el primer Estado en declararse cristiano, años antes que Constantino cristianizara al imperio romano. Sus fronteras como las de la región del Cáucaso y el Medio Oriente fueron muy cambiantes con el paso de los siglos por invasiones diversas

27 de abril de 2021 Por: Marcos Peckel

Después de décadas de darle vueltas al tema finalmente Estados Unidos en cabeza de Joe Biden reconoció lo que ha sido evidente por más de 100 años: el genocidio armenio. Lo que este reconocimiento demuestra, más que querer buscar justicia o rescatar memoria histórica, es el creciente deterioro de las relaciones entre Ankara y Washington producto de la erosión de la democracia impulsada por el presidente turco Recep Tayip Erdogan.

El genocidio armenio es reconocido como tal por una treintena de países, principalmente de América Latina y Europa y el papa Francisco en 2015 se refirió al masivo asesinato de armenios por los otomanos como “el primer genocidio del Siglo XX”. Colombia aún no lo ha hecho. Se la atribuyen a Hitler las palabras “después de todo, quién habla hoy de la aniquilación de los armenios”, cuando anunciaba sus planes de guerra y exterminio de los enemigos, incluyendo a los judíos.

Armenia fue el primer Estado en declararse cristiano, años antes que Constantino cristianizara al imperio romano. Sus fronteras como las de la región del Cáucaso y el Medio Oriente fueron muy cambiantes con el paso de los siglos por invasiones diversas. Con la caída de Bizancio en 1453, tras la conquista de Constantinopla y la consecuente consolidación del imperio otomano, la mayor parte de la región de Armenia quedó dentro de las fronteras del poderoso imperio islámico sunita. Los otomanos que llegaron a dominar un territorio que cubría los Balcanes, Grecia, el Norte de África, la Península arábica y la totalidad de Asia Menor fueron gobernantes tolerantes de la multiplicidad de etnias, lenguas y religiones presentes en sus comarcas. Bajo los otomanos, los armenios gozaron de amplia autonomía, mantuvieron su cultura y su propia Iglesia, la que, tras el concilio de Calcedonia se había independizado de la Iglesia Católica Romana.

Fue a finales del Siglo XIX y comienzos del Siglo XX que los armenios comenzaron a ser hostigados por sus vecinos musulmanes acusados de ser “infiltrados de la Europa cristiana”. En esos años ocurrieron las primeras masacres de armenios como un presagio de lo que ocurriría posteriormente. Antes de la primera guerra el imperio otomano perdió todas sus posesiones en los Balcanes y los armenios fueron acusados de colaborar con el enemigo cristiano.

Bajo el régimen de los ‘jóvenes turcos’, nacionalistas radicales, comenzó durante la Primera Guerra la deportación masiva de armenios, expulsados de sus aldeas y pueblos en los que habían residido por siglos. Soldados armenios del ejército otomano fueron despojados de sus armas y asesinados en masa. El número de víctimas mortales se calcula en un millón quinientos mil. Al final de la guerra dentro de las fronteras de lo que sería la República Turca no quedaban sino unos cuantos miles de armenios, sus otroras propiedades entregadas a refugiados musulmanes, las viudas y huérfanos obligados a convertirse al islam y su milenaria presencia en esas montañas borrada literalmente del mapa.

Mientras que el Holocausto judío en la Segunda Guerra fue reconocido por el victimario, Alemania, que además pagó millonarias reparaciones a los familiares de las víctimas y al Estado de Israel, el genocidio armenio sigue huérfano de ese reconocimiento por parte de sus perpetradores. Turquía, aunque reconoce las deportaciones y la muerte de armenios y en 2014 expresó sus condolencias por las víctimas, se niega a calificarlo como genocidio y acusa a los armenios de haber tenido entonces intenciones separatistas. Y para echarle sal a la centenaria herida abierta, Turquía fue instrumental en la aplastante derrota que los azeríes les asestaron a los armenios en la guerra del pasado año. Trágicas vueltas que da la historia.
Sigue en Twitter @marcospeckel