Que vivan los buenos

Confieso alegremente que el periodismo no ha muerto. Pese a las críticas justificadas hoy más que nunca existen periodistas valientes que sirven de contrapoder, que hacen las preguntas odiosas, que no son zalameros con los poderosos y entienden que en un mundo hiperconectado ya no es suficiente con sólo informar, están ayudando a entender.

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1 de oct de 2017, 11:45 p. m.

Actualizado el 22 de abr de 2023, 06:42 p. m.

Cada que un padre o un estudiante precoz me pregunta sobre mi carrera le respondo exactamente lo mismo: no estudies periodismo. Para mí, hasta hace una semana esta era una verdad de a pulso, estudiar periodismo está mandado a recoger.

Pero por fortuna estoy equivocada. Con la complicidad de la Fundación Nuevo Periodismo que fundó Gabriel García Márquez en 1995, jóvenes estudiantes y curtidos colegas nos reunimos en Medellín esta semana para premiar las historias mejor contadas de Iberoamérica.

Miles de historias llegaron hasta los jurados del premio denunciando por ejemplo los más de 90 mil asesinatos en lo que va del gobierno de Enrique Peña Nieto; los ultrajes del régimen castrista en Cuba contra quien es considerada la madre de las travestis en la isla, y los asesinatos (27 mil muertes violentas) que en los últimos 15 años documentaron cinco periodistas de esta casa editorial, para demostrar por qué somos considerados como una de las ciudades más violentas del mundo.

Confieso alegremente que el periodismo no ha muerto. Pese a las críticas justificadas hoy más que nunca existen periodistas valientes que sirven de contrapoder, que hacen las preguntas odiosas, que no son zalameros con los poderosos y entienden que en un mundo hiperconectado ya no es suficiente con sólo informar, están ayudando a entender.

Sin buenos periodistas no nos hubiéramos enterado de cada dos horas una persona es desaparecida en México; no hubiéramos conocido sobre los horrores en Siria, la represión en Rusia, la xenofobia en Estados Unidos o sin ir más lejos, la corrupción en las altas cortes colombianas, las coimas entregadas para funcionarios por Odebrecht e incluso los niños afectados por los ladrones que en Buenaventura les quitaron sus cupos escolares para robarse la plata.

No voy a defendernos, quienes estuvimos allí reconocemos los errores que hemos venido cometiendo, pero también entendemos que en época de dictaduras, de gobiernos que vigilan a los medios, que mienten a las audiencias es de vital importancia tener buenos medios de comunicación y exigir buenos reporteros; y esa es la buena noticia, siguen existiendo.

Los lectores pueden estar tranquilos, lo único que puede acabar con el periodismo es el mal periodismo y esa definitivamente sería toda nuestra culpa.

Periodista, especialista en desarrollo social con estudios en ciencia política y relaciones internacionales. Cinco veces ganadora del premio India Catalina a mejor presentadora de noticias y un premio Simón Bolívar por su trabajo en el canal regional Telepacífico. Actualmente trabaja con Caracol Radio en el programa La Luciérnaga y en el Canal Uno como anchor principal de noticias.

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