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Los 20 años de Platillos
Resultado: lo que ella llama una cocina fusión que ha recogido sabores de todas esas latitudes y que hoy ofrece, además de en su sede centenarista, en Ciudad Jardín.
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31 de may de 2024, 02:36 a. m.
Actualizado el 31 de may de 2024, 02:36 a. m.
Si hay un restaurante icónico de Cali ese es Platillos Voladores que superó exquisitamente al Club Colombia, Don Carlos y a Cali Viejo, para no citar sino tres de aquellos que se especializaron en la buena mesa y otros que han ido naciendo y cuya justa mención ocuparía esta columna y muchas más.
Platillos Voladores es originalísimo, comenzando por su insólito nombre que solo a una persona como Vicky Acosta se le habría ocurrido y cuyo eslogan cursilón pudo haber sido ‘comida de otros mundos’.
Esta caleña, hija de una tulueña que prepara los más exquisitos tamales del mundo y de uno de los hombres ‘mejor plantados’ que ha dado esta tierra, decidió estudiar fonoaudióloga en Bogotá y para ayudarse fue mesera de Andrés Carne de Res y de El Patio en Bogotá, pero que muy pronto entendió que lo suyo tenía que ver más con el gusto que con los oídos y lejos de montar un consultorio, escuchó lo que le decía el corazón y así nacieron los 4 o 5 restaurantes que antecedieron a Platillos, como fueron Faro Granada, Solsticio, Carambolo y Faro El Solar, iniciando con ellos la gran conversión del barrio Granada en epicentro gastronómico de Cali.
Quizás Kendon Mac Donald, ese novamás culinario que azotó nuestras cocinas con sus críticas constructivas, algo influyó en sus sugerencias gastronómicas, aunque siempre le paró más bolas a su olfato y a ese deseo innato de innovar, descubrir y arriesgarse ante ese difícil juez que es el paladar.
Cuando sobrevino la crisis de los servicios de alcantarillado en Granada, que colapsó y produjo la desbandada comercial ante la cual sucumbieron muchas boutiques y otros establecimientos, incluso los de comidas, Vicky se atrevió a irse con sus ollas y cacerolas para otro lado y se instaló en Centenario con un inesperado éxito, que fue arrollador como ella desde un comienzo.
Y se dedicó a viajar y a conocer experiencias astronómicas, diré gastronómicas, en Barcelona, Sevilla, China, Tailandia, Bali, Inglaterra, Argentina, Perú, Ecuador, México, Brasil, Malta, Italia, Francia, Estados Unidos, la Costa Brava, el País Vasco y claro en su Colombia del alma y de su Pacífico amado. Resultado: lo que ella llama una cocina fusión que ha recogido sabores de todas esas latitudes y que hoy ofrece, además de en su sede centenarista, en Ciudad Jardín.
Pero seguramente el mayor legado de Victoria Eugenia Acosta Cruz ha sido el haber creado una escuela del buen sabor, con enseñanzas a sus más de ciento y pico de colaboradores que siguen su mística, no solo en la preparación de los platillos, sino también en la atención, el servicio, la cordialidad y la alegría que les caracterizan desde el portero hasta quien prepara unos cocteles que lo ponen a uno a viajar deliciosamente por el mundo y sus placeres.
Es tal el posicionamiento que ha logrado Platillos, en estos aplaudidísimos veinte años de preparar y ofrecer las más rechupetudas viandas, que sin duda alguna, es visita obligada de los caleños y los turistas que vienen a esta Cali acogedora, boquisabrosa y gratamente sorpresiva.
Posdata: Hoy se celebra en el Bulevar del Río el Día Mundial del Pandebono y este fin de semana estamos de mucho Mono Núñez en Ginebra. Vale la pena irse a escuchar nuestros aires autóctonos y a saborear nuestros platos típicos, entre los que no puede faltar el sancocho ginebruno, único en el mundo.

Administrador de Empresas, Abogado y periodista por vocación. Director y fundador de MF Publicidad Mercadeo Limitada, al igual que de los programas Mario Fernando Piano y Oye Cali. Galardonado en dos oportunidades con el premio Simón Bolívar de periodismo. Escribe para El País hace más de 40 años.
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