Lo que faltaba

“Contra viento y marea llegamos a la nueva junta para fortalecer su rostro humano, para que la empresa asuma al 100 % el proyecto de Cuidado de la Vida”, leí por encima. Me alegré. Psicóloga, exdecana de psicología de la Javeriana, exdirectora del Departamento de Bienestar Social del Distrito Bogotá y exrepresentante a la Cámara. No dudé que haría un buen papel en el órgano directivo del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf.

Alegría que duró poco, eso de leer a la carrera no es afortunado. No se trataba del Icbf sino de Ecopetrol la empresa de petróleo y gas más importante del sector energético y del país. No daba crédito: Ángela María Robledo, junto con otros enemigos acérrimos declarados del sector minero-energético, había sido elegida -entiéndase impuesta por el presidente Petro- miembro de junta en la asamblea de accionistas el 22 de marzo de 2024.

No demoraría en tomar decisiones en contra de los intereses de la compañía, pese a que el deber todo miembro de junta, cualquiera que sea, es velar por lo que más convenga a la sociedad sin perjuicio de sus posturas ideológicas. Más en su caso y el de Ecopetrol, pues actuaba como Independiente y los estatutos le exigían comprometerse por escrito a mantener tal condición y si por algún motivo perdía esa calidad debía renunciar.

Nunca renunció, ni ella ni otros miembros de junta que siguen arrasando con Ecopetrol. Al contrario, acaba de ser elegida presidente de la misma por orden de Gustavo Petro, el que pone, quita, toma y destruye en la compañía con la complicidad de Ricardo Roa, su compinche de travesuras electorales y de la mayoría de miembros del órgano directivo. Favor se paga con favor y Robledo había sido su fórmula vicepresidencial en el 2018.

La designación de la excongresista se da ante la renuncia de Mónica de Greiff a la junta directiva y a su presidencia. Dimisión anunciada y no consumada desde mayo del 2025, con la disculpa de que dejaría a la junta sin quorum para sesionar cuando pudo convocarse una asamblea extraordinaria para elegir su reemplazo. Renuncia nuevamente de papel que solo tendrá efecto en marzo del 2026 y que acrecienta el caos que reina en la compañía.

Ecopetrol que, pese a una caída en las utilidades del 21,7 % entre 2023 y 2024, realizó transferencias al Estado en 2024 por $42,9 billones de pesos en impuestos, dividendos y regalías, y divisas por exportaciones de petróleo y sus derivados por US$ 15.024 millones (claves para la financiación y la balanza comercial, cimientos de la estabilidad económica), víctima de la peor administración, politización y corrupción en su historia.

Nunca Ecopetrol había caído tan bajo. La empresa insignia, la que con esfuerzo titánico había logrado darse un gobierno corporativo ejemplar para blindar a la compañía de la intromisión política, para que su junta actuara pensando exclusivamente en lo que más le conviene sin perjuicio de la ideologización, clientelismo y estupideces de los gobiernos, en barrena, sin que las entidades de control tomen acciones reales, efectivas, en su defensa.

En ese escenario, la psicóloga Ángela María Robledo asume la presidencia de la junta de Ecopetrol. Acepta liderar un órgano directivo que paralizó la exploración, echó atrás la expansión del fracking en el exterior, dos de sus miembros están siendo investigados y es cuestión de tiempo para que la cabeza de la compañía termine en la cárcel o volado con complicidad de la Fiscal General. Mientras tanto, las utilidades caen, el abastecimiento de gas natural está en riesgo y la producción de petróleo es insostenible. Lo que faltaba.