La fuerza de la debilidad
¿Gandi resucitado? Sería una buena cosa. En los últimos días dos...
¿Gandi resucitado? Sería una buena cosa. En los últimos días dos incidentes que hicieron noticia demuestran lo que todo el mundo sabe y dice pero no aplica: a la hora de manifestar su inconformidad la violencia no arregla mucho y genera más violencia; en cambio la oposición pacífica logra milagros a favor del débil sobre el más fuerte. El más reciente incidente lo protagonizó el cantante reggae Matisyahu, un judío estadounidense que ha ganado premios internacionales y cuyo mensaje siempre buscó unir, a pesar de la religión, la política y la geografía. Sin embargo al ser invitado al Festival Rototom Sunsplash en España le notificaron que para participar debía firmar un documento de apoyo a la creación de un Estado Palestino. Una condición que se hizo bajo presión de organizaciones que se dedican a boicotear a Israel. Molesto, Matisyahu rehusó firmar y declaró que para el fue triste y ofensivo ver que por ser judío, él fuera el único artista obligado a firmar un documento político. Y calificó la conducta del Festival de antisemita. Cuando el Festival lo desinvitó por no firmar surgió en todo el mundo un formidable movimiento de solidaridad a su favor. Comenzando por el gobierno español que acusó a los responsables del Rototom de atentar a la libertad de expresión y de pensamiento consignados en la Constitución. Siguieron un sinnúmero de periodistas y políticos y una opinión general muy crítica del aspecto antisemita del incidente. Obviamente el Festival reversó su expulsión, reinvitó a Matisyahu y se excusó por haber cedido a la manipulación de anti-israelíes y antisemitas. Y el sábado pasado, ante un público entusiasta el artista -judío estadounidense- Matisyahu enfrentó un centenar de banderas palestinas y algunos abucheos al inicio de su espectáculo, pero al final las 20 mil personas que vinieron a verlo aplaudieron fervorosamente. Importante saber que Matisyahu fue, en algún momento de su vida, muy religioso para luego abandonar la religión. Por eso en Rototom -sin inmutarse por el incidente de su expulsión- interpretó su canción Jerusalem que se inspira de la Biblia, con citas de salmos que él conoce bien como si te olvidara, oh Jeruralem, que se seque mi diestra; un voto que el judío expresa en momentos importantes de su vida para reafirmar su atadura milenaria y esencial con la ciudad Santa. Moraleja: cantando y hablando de paz y armonía Matisyahu ganó una batalla sobre quienes recurren a boicots y odios para detenerlo. Al mismo tiempo otro incidente alusivo al tema tratado sucedió en Israel donde el palestino Mohammed Allan, estuvo encarcelado por las autoridades bajo la sospecha de pertenecer a la organización Jihad Islámico considerada terrorista. Pero resulta que el arresto de Allan, en noviembre 2014, hace parte de la llamada detención administrativa, una fórmula extrajudicial (controvertida) que permite detener a sospechosos sin inculparlos por un periodo de 6 meses, renovables indefinidamente. Al cumplir el primer plazo la detención de Allan fue renovada y entonces, en junio pasado, el decidió montar una oposición no violenta por su cuenta y emprendió una huelga de hambre que duró dos meses y lo llevó al borde de la muerte. Ante la trágica situación la Corte Suprema de Israel decretó su liberación, sin condición, y enseguida el puso fin a su huelga de hambre y se está recuperando. Cabe señalar que la política de Israel se rige por dos prioridades: la seguridad y la preservación de los valores democráticos. En este caso Israel optó por la segunda. A sabiendas que liberar a un sospechoso puede alentar a que otros prisioneros en su condición sigan su ejemplo y obligan al mismo desenlace. Un riesgo quizás, pero se hizo lo correcto. Y la oposición pacífica volvió a comprobar que funciona.