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Godard, un idiota sabio

El lado oscuro de Jean Luc Godarg que alimenta críticas justificadas en su contra se concentra en sus malas relaciones humanas.

22 de septiembre de 2022 Por: Liliane de Levy

Las buenas maneras recomiendan hablar bien de las personas fallecidas sin mencionar fallas o defectos. Una ley compasiva que no se puede aplicar a Jean Luc Godard, el gran cineasta francés quien murió en Suiza (por medio de un suicidio asistido) a la edad de 91 años. Hacerlo sería ignorar momentos de su gloriosa vida y no tomar en cuenta comportamientos penosos que provocó y causaron dolor a su alrededor. Godard fue, como se dice en Francia, un ‘idiota sabio’ (idiot -savant) que logra la excelencia en una modalidad determinada, pero es un perfecto torpe y un tonto para los demás aspectos de la vida. Veamos.

Para el mundo de la cinematografía Godard representó la libertad, la independencia, la inteligencia, la vida misma. Junto a un grupo de jóvenes enamorados del cine (Chabrol, Truffaut, Rivette,
Rohmer y otros) ingresó a este mundo como crítico en publicaciones de prestigio como ‘Les Cahiers du Cinema’ para luego hacer sus propias películas. A finales de los años 50 Francois Truffaut sorprendió al mundo con su magnífica ‘Los 400 golpes’, anunciadora de la Nueva Ola. Pero en 1960 Godard estrenó su inolvidable ‘Sin aliento’, que produjo el efecto de una bomba atómica por sus innovaciones. De repente Godard demostró que se podía filmar la calle con una cámara al hombro, saltar de un plano a otro sin confundir al espectador (jump cuts), mezcla la técnica del documental con el cine romántico.

La Nueva Ola se impuso y el cine se transformó. Incluso en la manera de actuar y hablar, con narrativa novedosa y héroes poco recomendables.
En ‘Sin aliento’ Jean Paul Belmondo interpreta a un delincuente feo (pero atractivo), que roba y mata y le dice “degueulasse” (asquerosa) a su protagonista Jean Seberg en el papel de una gringa, medio boba que no entiende mucho de lo que pasa a su alrededor. Después de ‘Sin aliento’, Godard filmó un sinnúmero de películas exitosas como ‘El desprecio’ (Con Brigitte Bardot y Michel Piccoli. ‘Pierrot, el loco’, ‘El soldadito’ y otros.

Llegando a abusar del cine comprometido como ‘Film socialisme’, ‘Histoire du cinema’, ‘El libro de las imágenes’ y pasando por épocas deliberadamente opacas y difíciles de digerir. Pero, aun así, coronado de premios internacionales que van desde los César, en Francia; el Oscar, en Estados Unidos; La Palme d’Or, en Cannes; los Osos de Oro, en Alemania; los León de Oro, en Venecia, en total 51 galardones y 76 nominaciones.

El lado oscuro de Jean Luc Godarg que alimenta críticas justificadas en su contra se concentra en sus malas relaciones humanas. Al igual que su héroe en ‘Sin aliento’, Godard de joven robaba por gusto y por malévolo a todo el mundo, a sus padres, amigos e incluso, a empresas en las que trabajaba. Y no porque le faltara dinero ya que viene de una familia burguesa bien acomodada. Godard fue un mal amigo que utilizaba a sus amigos y los rechazaba y humillaba cuando no le servían. Con Truffaut, por ejemplo, se había amistado y trabajado al principio de su carrera. El mismo guion de ‘Sin aliento’ es de Truffaut. Pero luego Godard agredió, insultó y habló peste de su trabajo cuando Truffaut decidió no boicotear un Festival en Avignon en apoyo a los revolucionarios de 1968.

También hizo llorar a su gran amiga Agnes Varda quien antes de morir fue a visitarlo y la dejó afuera, sin querer abrirle la puerta de su casa. Se burlaba del militantismo provietnam de Jane Fonda, quien fue su amiga y actuó en una de sus películas. Y era también un horrible antisemita que gustaba escandalizar y herir a muchos públicos alegando una teoría perversa suya para interpretar El Holocausto. Criticó a Steven Spielberg por haber filmado ‘La lista de Shindler’.

Godard: un gran cineasta, sin duda, y al mismo tiempo, un detestable, un ‘degueulasse’.