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Ansias de libertad

Resumiendo: en Hong Kong se vive en un callejón político prácticamente sin salida y no se ven posibilidades de solución ni reconciliación a la vista.

5 de septiembre de 2019 Por: Vicky Perea García

Durante todo el verano, en las calles de Hong Kong la gente protesta. En su mayoría jóvenes de 20 años, y también menos jóvenes, encolerizados y determinados a afrontar la temida policía local -aún a riesgo de su vida- y hacer valer sus reclamos y sus ansias de libertad. Son manifestaciones sin precedente en este territorio desde que Gran Bretaña lo devolvió a China en 1997 con la promesa de Pekín de mantenerlo semiautónomo hasta el año 2047 (50 años) cuando ejercerá la soberanía total.

¿Qué pasa entonces en esta proclamada plataforma económica del mundo de siete millones de habitantes y que provoca tanta ira? Sucede que a principios del mes de junio pasado, la jefa del Ejecutivo en Hong Kong, Carrie Lam, tuvo la penosa idea de incluir en su programa de gobierno el proyecto de una ley que le permite extraditar a sus residentes para someterlos al sistema judicial de China, muy temido por su opacidad y dureza.

Fue la gota que rebasó el vaso ya que los hongkoneses venían ardidos y preocupados ante el cumulo de maniobras chinas para desbaratar todo vestigio de pluralismo que los ingleses les habían concedido y a los cuales los habían acostumbrado. En efecto desde la salida de Gran Bretaña de Hong Kong y pese a la promesa de China de crear en este territorio ‘un país, dos sistemas’, las garantías de la autonomía acordada se venían desmoronando en la política, la prensa y los tribunales provocando desencanto e ira que se convirtieron en protestas multitudinarias y pacíficas, como la llamada ‘Revolución de los paraguas’ (2014) .Todas fracasaron. Por eso la ley de extradición de Carrie Lam incitó a la gente a oponerse de manera más organizada y sobre todo más violenta. “Solo la fuerza paga”, opinan ahora los jóvenes hongkoneses entrevistados.

Ante el deterioro de la situación política y el miedo del gobierno central en China de verla asustar a los inversionistas que ya comenzaron a desertar de Honk Kong, Carrie Lam declaró hace pocos días que retira definitivamente el proyecto de extradición y llamo a la reconciliación nacional. Un llamado que según los expertos viene un poco tarde ya que los manifestantes reunidos en el movimiento de oposición pro democracia se radicalizaron; ahora exigen el cumplimiento de otras cuatro condiciones antes de sentarse a una mesa de negociación. Estas son:

1- Crear una comisión especial para indagar sobre los abusos y la violencia de la Policía hongkonesa en contra de los manifestantes. (En Pekín no aceptan censurar a la Policía cuyo comportamiento consideran legítimo y necesario).

2- Amnistía para los manifestantes arrestados. (Carrie Lam calificó esta exigencia de ‘inaceptable’).

3- Prohibir el apodo ‘motín’ atribuido a las protestas.

4- Y más importante de todo: considerar que Carrie Lam debe abandonar su cargo y su sucesor electo por medio del sufragio universal y no escogido a dedo por Pekín entre candidatos pro chinos incrustados en el sistema político hongkonés. Una línea roja para Pekín que no lo permitirá jamás mientras los chinos siguen gobernados por un partido único y una dictadura política inamovible.

Resumiendo: en Hong Kong se vive en un callejón político prácticamente sin salida y no se ven posibilidades de solución ni reconciliación a la vista. En la población el descontento crece y provoca más violencia y divisiones. China no cede ni cederá. Un ambiente de gran inseguridad que, sin duda, dañara los festejos (del primero de octubre) que los chinos vienen preparando para celebrar, por lo alto, los 70 años de la existencia del comunismo en la región.