Angustias electorales
Cabe reconocer - pese a nuestros enormes problemas- que en Colombia se vive mejor que en Cuba, Venezuela, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Ecuador, Perú... y me atrevo a decir Brasil y Argentina.
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16 de jun de 2022, 11:35 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 04:49 a. m.
Los miedos y las vacilaciones desvelan a los colombianos en vísperas de elecciones presidenciales, vitales para el futuro de Colombia. La razón: muchos se ven obligados a escoger entre dos candidatos que no inspiran la suficiente confianza para entregarles las riendas del país. Por eso, antes de depositar el voto se necesita serenidad y reflexión sobre lo que consideran bueno o malo. Algunas recomendaciones:
1. Cabe reconocer - pese a nuestros enormes problemas- que en Colombia se vive mejor que en Cuba, Venezuela, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Ecuador, Perú... y me atrevo a decir Brasil y Argentina.
El país - tan bien que mal - manejó la pandemia del Covid que diezmó y arruinó a todo el mundo y mueve una economía y una divisa sostenidas. Los colombianos no salen en manadas a caminar largos kilómetros o amontonados en embarcaciones suicidas huyendo del país en busca de sustento. Ojalá nunca lleguemos a tal desespero.
2. Apreciar que hace décadas en Colombia opera una democracia (abusada por la corrupción) que funciona y nos permite viajar; hablar, opinar y practicar nuestra religión sin trabas; escribir, leer lo que nos venga en gana; manifestar públicamente, adherir libremente a movimientos políticos diversos y participar en elecciones razonablemente válidas. Nuestros vecinos nos envidian por ello.
3. Procurar escoger entre dos candidatos presidenciales completamente diferentes y entender que de nuestro voto depende el futuro del país. La enorme responsabilidad nos asusta y nos pone a dudar. Por eso surgen las abstenciones y los votos en blanco que en mayor y menor grado son dañinos y distorsionan los resultados.
En efecto, las abstenciones son lo peor porque reflejan el divorcio definitivo del ciudadano con la casta política que lo ha defraudado. La abstención es la deserción de un sistema fallido, es la pérdida de toda esperanza. El voto en blanco es, quizás, menos grave porque expresa una revolución silenciosa, una reprobación a los candidatos de turno. Pero en definitivas la suma de abstencionistas y votos en blanco perjudica porque reduce sustancialmente el número de electores y hace que el candidato ganador quede electo por una minoría. Lo mejor es votar.
4. Tratar de olvidar los egoísmos y votar por lo mejor para Colombia. Frente a la galopante inflación, al déficit, a la pobre tasa de crecimiento, al desempleo, a la vida cara. Votaría por el candidato que no viene a empeorarlo todo ahuyentando a los empresarios privados, generadores de empleos.
Votaría por el candidato que, apoyado en leyes estrictas pero inteligentes y razonables, no suba los impuestos sino que los baje para incitar a los empresarios a invertir más y más, y promover la competitividad y alimentar el poder de compras de los trabajadores.
Ejemplos abundan en todos los países del mundo para mostrar que las empresas privadas y las inversiones extranjeras son los verdaderos creadores de empleos, los únicos que traen prosperidad. El gasto público no lo logra, por ineptitud o por corrupción.
5. Una última recomendación sería votar por el candidato que se compromete solemne y claramente -sin las ambigüedades propias de los políticos - a cumplir su término de cuatro años, como lo exige la Constitución y luego irse, sin crear problemas. Que nadie cambie las reglas establecidas y nos jugue sucio. Basta de engaños.

Escribe para el país desde 1977 como columnista, por seis años como coordinadora de la revista Viajes y la revista dominical por unos seis meses. Nació en Egipto y se radicó en Cali desde finales de 1957.
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