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El fenómeno Guaidó

Después de años de sucesos graves que no le hicieron mella a la dictadura, unos pocos actos simbólicos han cambiado por completo el mapa político en Venezuela en 30 días.

30 de enero de 2019 Por: Julio César Londoño

Después de años de sucesos graves que no le hicieron mella a la dictadura, unos pocos actos simbólicos han cambiado por completo el mapa político en Venezuela en 30 días.

En diciembre el régimen parecía sólido, pero en los primeros días de enero sucedió lo impensable: los barrios de ladera de Caracas, bastiones históricos del chavismo popular, bajaron a la ciudad a protestar contra el gobierno. El 5 de enero un desconocido diputado, Juan Guaidó, fue elegido presidente de la Asamblea Nacional (la legítima AN) y su primer acto legislativo fue impugnar la inminente posesión de Maduro para su segundo periodo. Argumento: Maduro fue reelecto en 2018 en una farsa comicial donde la oposición se negó a participar. Con todo, Maduro se posesionó el 10 de enero ante una espuria ‘Asamblea Nacional Constituyente’, ANC. A la ceremonia solo asistieron cuatro jefes de Estado y su investidura presidencial fue desconocida por casi todo el mundo libre.

Nota histórica: las elecciones legislativas de diciembre de 2015 fueron la primera derrota del régimen en muchos años. Triunfó la oposición, que se hizo al control de la AN, la legítima, pero la corporación fue borrada de un plumazo dos meses después por el Tribunal Supremo de Justicia, un órgano de bolsillo del régimen que convocó a nuevas elecciones legislativas sin garantía alguna para la oposición. Este sainete electoral lo ganó el chavismo, obviamente. La primera dama alcanzó varios escaños (su chofer, un sobrino, un hermano, varios jóvenes motociclistas de los ‘cuerpos motorizados’ y armados del régimen, los paracos de la dictadura). Así nació la ANC. Es decir, Maduro ganó unas elecciones donde fue el único candidato y se posesión el 10 de enero ante una asamblea de opereta.

El 23 de enero Juan Guaidó, que ha ganado un enorme apoyo popular en 18 días de campaña inteligente y serena, se autoproclama presidente de Venezuela y recibe un amplio apoyo internacional: el Grupo de Lima, la Unión Europea, la OEA, el G7, Estados Unidos, Inglaterra, Japón, Israel, Australia.

Al día siguiente Estados Unidos embargó las facturas del petróleo de Pdvsa, el martes Londres se negó a entregarle al gobierno de Maduro las 14 toneladas oro venezolano encaletadas en las bodegas del Banco de Inglaterra y, tapa de la olla, Rusia empieza a deslindarse del conflicto Venezuela versus resto del mundo (parece que Putin anda cabreado porque solo está recibiendo la mitad de los 600.000 barriles diarios de petróleo que Maduro le prometió).

¿Cómo explicar el milagro Guaidó? Hay varios factores. Una campaña muy bien diseñada desde Washington. Un Guaidó con tres líneas rojas muy definidas: cero diálogo (el régimen lleva años mamándole gallo a la oposición, o sobornándola), la cabeza de Maduro y elecciones presidenciales libres. Súmense los golpes económicos reseñados arriba y el reconocimiento de facultades legislativas de la AN y de las ejecutivas de Guaidó por parte de la comunidad venezolana y la internacional.

Este apoyo se explica por la sensibilización mundial que ha producido el doloroso espectáculo de los 3,3 millones de refugiados venezolanos fatigando las carreteras o tirados en los andenes de las ciudades de América.

El cerco se estrecha y la satrapía flaquea. Ya Maduro prometió anticipar las elecciones legislativas. Ya Guaidó desestimó este placebo. Va por las presidenciales. La apuesta es “todo o nada”.

Por fin se vislumbra una luz al final del túnel de 20 años (¡veinte!) de la pesadilla bolivariana del siglo XXI.

Sigue en Twitter @JulioCLondono