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‘X se escribe con J’

Querido Poeta X-504: Quién iba a creerlo. Llegamos al año 60 desde cuando surgimos como insurgentes, los vivos y nuestros muertos que continúan sentados a nuestra mesa.

21 de octubre de 2019 Por: Jotamario Arbeláez

Querido Poeta X-504: Quién iba a creerlo. Llegamos al año 60 desde cuando surgimos como insurgentes, los vivos y nuestros muertos que continúan sentados a nuestra mesa. Con ellos tomo café todo el tiempo, más que con los del más acá que viven más lejos. Se nos va borrando el camino, pero hicimos lo que quisimos, con el beneplácito final del mundo que empezamos contraviniendo. Creo que mientras cumplimos cambiamos. No digamos que de pensar, sino de parejas y de parajes.

A la par con Eduardo Escobar, quien nació con la vocación montaraz, vivo ahora en el campo, que no podía ver ni en pintura, reconciliado con los animales de monte porque ya los de la ciudad me aburrieron. Escribo contra el paisaje temas bucólicos y a medida que avanzo siento el aplauso cerrado de las chicharras.

Aquí estoy con mi mujer que me masajea y una perra que me está enseñando a ladrar y las 20 cajas que me quedan de los archivos del nadaísmo a partir de las que tuviste a bien obsequiarme, por allá por el año 70, de donde tantas maravillas he recobrado. Y mi estudio está presidido por ese cuadro de Leandro Velasco donde figuramos al lado de Elmo y de José Rafael Arango y del propio pintor, que me entregaste por el precio simbólico e irrisorio de 20 pesos y ahora quién sabe cuántos millones valdrá, aunque habría que restaurarlo porque está más descaecido que la última cena. Como en el caso de Dorian Gray, nos vemos más acabados en el retrato de 1960.

Como por magia del arte, de Los Sagrados Archivos, como los bautizara nuestro buen U, salen para ser publicadas por Eafit y lanzadas en la inminente Feria del Libro de Bogotá, la novela de Amílcar Osorio ‘La ejecución de la estatua’, las ‘Memorias de un presidiario nadaísta’, de Gonzalo, y ‘X se escribe con J’, nuestra alada correspondencia. Yo quería irla publicando en los periódicos a medida que la íbamos escribiendo, pero Elmo me dijo que había que esperar a ponernos viejos para que la publicación tuviera sentido. Ya no es literatura epistolar, es historia patria. Te escribo, pues, para participarte de esta explosión editorial triple. Las memorias del canazo del Profeta en La Ladera la coleccionaste de la revista ‘Contrapunto’, de Jaime Soto, con cuyo producto nos invitaba a comer fríjoles en el restaurante Avenida, de la Jiménez.

Casi 40 años después el alcalde Sergio Fajardo convirtió la pavorosa cárcel en un parque-biblioteca e invitó a todos los nadaístas vigentes a un gran homenaje de desagravio institucional al profeta por tan flagrante injusticia. Y ‘La ejecución de la estatua’ fue el plante que se trajo U de Estados Unidos cuando lo pusieron de patitas en el avión de retorno. La dejó en tu poder, luego de haber sido finalista en el Premio de Novela Seix Barral en 1968, y tú me la cediste y me ha acompañado en todos los matrimonios y la he perdido por años y vuelto a recuperar, y la he entregado a editoriales que la devuelven, considerándola un hueso duro de roer, pues entre una novela de la violencia -que era lo que se esperaba en Colombia de los escritores de garra- y un Ulises, cosa que no espera nadie, nuestro hombre se fue por un Ulises de la violencia. Una violencia tal de salvaje que luego de la masacre en el pueblo de Saldeguaca se termina ejecutando la estatua de la Madre, a la manera como tú lo recuerdas, cuando en Andes en 1948 las turbas conservadoras degollaron la efigie del Indio Uribe.

Me siento orgulloso de ser el contrapunto de ‘X se escribe con J’ que ya debe estar en todas las librerías. Desde cuando me llamaste a Bogotá para empuñar el estoque publicitario, en lo que persistí y terminé pensionándome. Siempre estuviste pendiente de mi supervivencia y, además, me cantaste, y hoy te doy las gracias por ello. Sé que tu médico, según el estado de tu salud, te ha pronosticado cien años. De modo que nos quedan 14 de celebraciones mientras seguimos hurgando en los sagrados archivos a ver qué más encontramos. Te abrazo.

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