Amigos, no se mueran
Y por muy solitario que se sea como el llanero, necesita del amigo en todos los trotes. Con la llegada al buen o mal puerto de la vejez, se van yendo más rápido los amigos...
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1 de ago de 2022, 11:50 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:51 p. m.
Perder a los padres, hijos, abuelos, tíos, a la pareja, es doloroso y es parte de los golpes que nos depara la vida como compensación por el don de habérnoslos entregado. Tanto como ello es la pérdida de los amigos, esa otra parte de uno que lo mantuvo con vida. Respecto de la vida, son tan importantes los amigos como las puntillas que impiden que se despeguen las suelas de los zapatos. En ellos uno se apuntala.
Y por muy solitario que se sea como el llanero, necesita del amigo en todos los trotes. Con la llegada al buen o mal puerto de la vejez, se van yendo más rápido los amigos que, cuando se toteaban en accidentes geográficos o de enfermedades personalizadas –no endémicas, la endemia éramos nosotros a los que la muerta va vacunando.
Uno siente, por más sano que ruede con su esqueleto por el asfalto, que de un momento a otro irá tomando el rostro del que no refleja el espejo. Que se le están acabando, como las pastillas, los días concedidos sobre la tierra, y esta seguirá vegetando, mal que bien, pese a la contaminación, a pesar de que uno ya es menos uno.
-No debes pensar tanto en la muerte y escribir sobre ella, así sea con tus sátiras satiriásicas, porque se puede sentir tentada a acercarte, a leerte, y hasta besarte - me dijo el ángel de la guarda que se me hace visible y tangible en las medianoches de vigilia en La Montaña Mágica. Pero no le hago caso para que me siga visitando a recriminar mi desobediencia. El único argumento que me acepta es que no puedo dejar ir a los amigos sin despedirlos, como vengo haciendo desde que perdí al primero, al profeta Gonzalo Arango, a quien sigo llorando cuando me siento frente a su máquina de escribir a extraerle un poema, porque el procesador lo uso solo para la prosa.
-Y ya casi todos los poetas del Nadaísmo se han ido, Amílcar Osorio, Dariolemos, Diego León Giraldo, Mario Rivero, Guillermo Trujillo, Alfredo Sánchez, el Nadaísta de Cartago, Augusto Hoyos, Alberto Escobar, Humberto Navarro, Jaime Espinel, Guillermo Bustamante, Raquel Jodorowsky, Rosa Girasol, Nelson Osorio Marín, Rocío Neuto, Mauro Castro, Elkin Gómez, Luis Darío González, Verano Brisas, Elmo Valencia, Jaime Jaramillo Escobar, más los niños nadaísta Luis Ernesto Valencia y María de las Estrellas. Hay muchos más amigos poetas y de la vida. Con las elegías que les he venido dedicando compondré el libro “Agenda de los adioses”, le sigo diciendo a mi ángel, quien me asesora en esto de los titulares. Y me dice: - Ponle mejor “bienvenidos los que se van”. Así serás a la vez quien los despide y quien los recibe.
-Aceptado. Me quedan en la tierra Eduardo Escobar, Armando Romero, Pablus Gallinazo, Patricia Ariza, Dina Merlini, Dukardo Hinestrosa, Pedro Alcántara, Pedro Blas y mi hermano Jan Arb. No tengo noticias ciertas de Eduardo Zalamea y de Malmgren Restrepo. Con todos, he tejido parte de la existencia dada, solidarios en las propuestas de una nueva belleza con las artes y la palabra y en defensa de la dignidad humana tan secularmente sojuzgada. Como Pablo Neruda le escribiera a una amiga, yo les diría a los míos: Amigos, no se mueran. Los necesito.
-Las amistades que te fueron dadas, tanto de tu grupo poético como de otras disciplinas y países, conformaron tu estructura de ser humano sensible. Edificación en la que participaron tus enemigos. Gracias a todos ahora puedes sentirte entre los seres afortunados.
Y con estas palabras el ángel que me visita a devolverme a los sueños desaparece por la ventana que de La Montaña Mágica da a la Montaña Sagrada, a Iguaque. Me asomo a ver si los perros Dina y Monje duermen en sus perreras. Llego al dormitorio donde mi mujer debe estar soñando con sus ángeles. Doy gracias al cielo por los amigos que de él me llovieron.

Miembro fundador del movimiento nadaísta. Ganador de tres premios nacionales de poesía y uno internacional. Fue Secretario de Cultura de Cundinamarca. Recibió la medalla del Congreso en el grado de Comendador. Es columnista de El Tiempo desde 1990 y de El País desde 1998.
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