Días de reflexión

Diciembre 26, 2022 - 11:40 p. m. 2022-12-26 Por: José Gregorio Hernández Galindo

Un saludo de Navidad para nuestros lectores, haciendo votos porque esa paz que ella inspira se alcance por fin en nuestra sufrida Colombia.
Aporte cada uno -con su actitud y buena voluntad- para que cesen la guerra, la violencia, la corrupción, la intolerancia y el sectarismo.

Escribo estas líneas al lado de mi familia, tras la Novena de Aguinaldos. Como siempre ocurre, me quedan sonando las reflexiones consignadas por el autor -entiendo que el ecuatoriano Fray Fernando de Jesús Larrea-, y me quedo pensando en las muchas verdades allí consignadas. Lo escrito en 1743, que a veces repetimos de manera mecánica, sigue vigente. En el fondo de las consideraciones de esos nueve días encontramos mensajes aplicables al presente y valdría la pena que los tuviéramos en cuenta, tanto en lo individual como en lo colectivo.

Por ejemplo, pedir a Dios que disponga nuestros corazones con humildad profunda, no debería ser apenas una bonita expresión, sino algo sentido y real, en el interior de cada uno. Siendo imperfectos, cuánta falta nos hace esa humildad en nuestro diario comportamiento, en el hogar y en la sociedad. Tendrían que recordarlo quienes pretenden imponer -con soberbia, agresividad y falta de respeto- sus sesgados conceptos políticos o su enfoque ideológico social o económico, como si todos tuviéramos que pensar igual.

“La prudencia que hace verdaderos sabios”. Otro elemento que debería ser recordado a diario, tanto por quienes nos gobiernan como por la oposición, los miembros del Congreso, jueces, fiscales y por quienes opinamos en medios de comunicación. La prudencia no significa guardar silencio, ignorar lo acontecido ni contemporizar con lo inaceptable. Es la responsabilidad de abstenernos de precipitar los juicios o decisiones, mientras no gocemos del pleno conocimiento y la confirmación sobre el asunto tratado o acerca de los hechos en cuestión.

La Navidad es una celebración sobre el nacimiento de un niño, y es ocasión para que se reflexione en Colombia sobre lo mucho que sufren los niños, el sector más indefenso y afectado. Violencia intrafamiliar, abandono, pobreza, acoso sexual, sin acceso a la educación, a la salud, a una vivienda digna. Que durante un gobierno que proclama la igualdad y la equidad, sigan muriendo niños por el hambre y la inacción del Estado, constituye un fracaso -como dijo el Presidente- y las autoridades están obligadas a hacer lo necesario para que deje de ocurrir. Las instituciones llamadas a protegerlos no pueden seguir en manos de funcionarios designados por amistad, compromiso o recomendación política. Se requiere preparación, experiencia, dedicación y aptitud para pensar en reformas al sistema jurídico, para que los niños no sigan siendo víctimas.

Hablando de la Navidad y de niños: ¿Qué necesidad hay de celebrar estas fiestas arriesgando su integridad física mediante la pólvora?

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